1º. Las ventajas y la necesidad del cambio desde el sistema de distribución y proyección de películas en soporte físico de 35 mm a la exhibición digital han sido ya asimiladas y aceptadas por todo el sector.

2º. El proceso debe ser lo más breve posible, reduciendo al máximo un período de transición en el que la proyección y distribución en 35 mm coexista con la digital, pues eso genera sobrecostes muy importantes, impide rentabilizar los beneficios de la digitalización y perjudicará a los más débiles.

3º. En la mayoría de los casos, el exhibidor no puede soportar financieramente por si sólo la conversión a lo digital. Dado que, en términos de costes, los mayores ahorros se producen en el proceso de distribución de películas, se deben buscar fórmulas equitativas para que los distribuidores se impliquen en la financiación de esta transición.

4º. No existe un modelo de negocio único, sino varios, de explotación cinematográfica en un entorno digital.

5º. La figura del intermediario de carácter financiero entre el distribuidor que ahorra costes y el exhibidor que necesita nuevas inversiones se ha revelado como una figura imprescindible.

6º. Puede ser oportuna alguna intervención pública de tipo normativo o administrativo que garantice la transparencia, limite los riesgos de insolvencia y establezca un entorno equitativo para todos ("a level playing field”). El establecimiento de pautas europeas en este sentido sería muy oportuno.

7º. La implicación pública deberá tener también en algunos casos una dimensión financiera, para aquellas salas que -por su tamaño, su localización geográfica, o sus cifras de explotación a causa de su programación- no podrán beneficiarse de los sistemas de financiación privados basados en el Virtual Print Fee (VPF). El análisis de estas "pantallas en riesgo" debe hacerse con detenimiento y criterios claros. Se estima que esta situación afectará a entre un 15 y un 20% de las salas

8º. La financiación pública deberá plantearse a distintos niveles: europeo, nacional, regional, o local; y deberá basarse en distintos instrumentos: el acceso a los Fondos Estructurales, el crédito público, con la posible implicación del Banco Europeo de Inversiones, garantías y avales públicos, sistemas de apoyo fiscal o subvención directa de parte de la inversión.

9º. Las autoridades europeas y estatales de la competencia deberán contemplar adecuadamente esta necesidad de apoyo público donde sea necesaria sin dejar de cumplir con su función.

10º. Es necesario continuar el diálogo entre todas las partes implicadas con el fin de buscar acuerdos que satisfagan los diferentes intereses en juego, y para facilitar a las autoridades públicas la elaboración de una hoja de ruta aceptada por todos, acorde con las necesidades técnicas y financieras, y adaptada a la diversa realidad de cada Estado miembro.

Dos intensos días

La Conferencia, organizada con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona y de la Generalitat de Cataluña,  ha reunido durante dos días a los principales representantes de los sectores de la distribución y la exhibición cinematográfica de España y de Europa; a las máximas autoridades cinematográficas de todos los Estados de la Unión Europea; a los responsables de política audiovisual de las distintas comunidades autónomas; a representantes de diversas organizaciones internacionales vinculadas al sector cinematográfico, así como a expertos venidos desde Los Ángeles y desde distintas capitales de europeas.

La digitalización supone la transición del cine proyectado en copias de películas de 35 mm a la exhibición digital, parte de la cual se realizará en 3-D. Un cambio que, unido progresivamente a la distribución de las películas vía satélite, supondrá una auténtica revolución en el modelo actual de distribución y exhibición de películas.

El objetivo del encuentro de Barcelona era informar y debatir acerca del impacto que este cambio va a tener para la diversidad cultural en la programación de las salas, y para la existencia misma de muchas de las independientes. Un impacto que puede ser positivo o negativo, dependiendo de la forma como se desarrolle esa transición hacia el cine digital.

Según recientes estimaciones de la Comisión Europea, si el cambio a la exhibición digital se produce sin apoyo público puede obligar al cierre en los próximos años de cerca de 3.000 salas de cine en Europa.