En el cine estadounidense hay un subgénero llamado «stoner film«, algo así como «cine de fumados», una categoría que incluye títulos en los que sus protagonistas, como cabe esperar por el nombre de la etiqueta, fuman marihuana, hecho que influye en el desarrollo de la trama y es presentado como un acto cómico y positivo o, al menos, no negativo.

La lista de películas para fumados es amplia. La catalogación empieza en los años setenta con títulos como El gato caliente y las comedias del dúo Cheech y Chong, aunque hay quien considera la auténtica cinta fundacional Reefer madness (o Tell your children), una obra propagandística de 1936 tan exagerada en su condena a los porros que actualmente es considerada una comedia involuntaria de culto.

Pero la lista continúa hasta nuestros días con películas como El gran Lebowski, Colega, ¿dónde está mi coche?, Superfumados y la que hoy nos ocupa: American Ultra.

Sus protagonistas son Mike y Phoebe, una pareja de fumados que pasan sus días felices entre empleos mediocres, porros y reflexiones inspiradas por la marihuana. El giro viene cuando el propio Mike descubre que es en realidad un agente secreto «dormido» al que la CIA quiere liquidar para no dejar rastro del programa que lo entrenó.

Tierra de nadie

La premisa es tan sencilla como efectiva: un fumado haciendo gala de unos reflejos sobrehumanos. Una combinación que abona el terreno para la comedia y va más allá de los chistes de porros en el momento en que decide convertirse en una película de acción. Sin embargo, American Ultra cae en una tierra de nadie entre la acción y la comedia, siendo ambas cosas y ninguna de ellas al mismo tiempo.

La virtud de mezclar acción, comedia y un punto romántico se convierte en el defecto de American Ultra, que, si bien se disfruta como un producto entretenido con algún que otro buen golpe cómico, no parece encontrar el equilibrio entre tanto género. Hay que ser muy bueno para poder abarcar tanto, y Max Landis, su guionista, parece más centrado en opinar en redes sociales que en mimar sus textos.

Uno de los aciertos de la película es su celebración de la violencia. La sangre salpica en secuencias de acción que alternan con gracia la coreografía y el gag. Un poco de gore que pasa bien para todos los públicos al formar parte de un producto desenfadado y con la estética de videoclip que le imprime su director, Nima Nourizadeh, que firma su segundo trabajo tras la también caótica Project X.

Buena química

Jesse Eisenberg y Kristen Stewart, que ya fueran pareja protagonista en la melancólica y reivindicable Adventureland, parecen a priori los menos indicados para llevar adelante una película de acción, hecho que suplen con la solvencia que les caracteriza y la química conseguida tras haber trabajado juntos antes. Connie Britton y Topher Grace los secundan con gracia, aunque algo descafeinados, en una subtrama de compañeros de trabajo enfrentados que incluye sicarios y misiles.

En 2008, Superfumados ya apuntaba maneras en eso de mezclar comedia de fumados y acción. Lejos de ser una película memorable, su gran acierto era decantar la balanza a favor del humor. American Ultra juega al desfase y lo consigue, aunque sea a cambio de no permanecer en la memoria. Pero no se preocupen, el cine de fumados aún tiene mucho que decir.

American Ultra CartelAmerican Ultra
Dirección: Nima Nourizadeh
Guión: Max Landis
Intérpretes: Jesse Eisenberg, Kristen Stewart, Connie Britton, Topher Grace, Walton Goggins, John Leguizamo, Bill Pullman, Tony Hale
Música: Marcelo Zarvos
Fotografía: Michael Bonvillain
Estados Unidos / 2015 / 96 minutos