Una mujer joven –la propia Helena de Llanos conduce y coprotagoniza el relato– hereda de sus abuelos una casa al pie de la sierra de Guadarrama, y con ella una serie de responsabilidades y sorpresas.

Sin embargo, y aunque no ha heredado las cualidades de sus anteriores moradores, ellos siguen en el interior de aquellas paredes y no tardarán en intervenir. Esos dos seres que aparecen y desaparecen, van y vienen, se llaman Fernando y Emma.

Los primeros planos de la película recogen la llegada de Helena a la casa que habitaron ambos. A partir de ese momento se sumerge en el universo creativo que forjaron. Lo hace con la ayuda de actores y actrices que trabajaron y compartieron amistad con ellos, como José Sacristán, Juan Diego, Óscar Ladoire, Tina Sáinz, Nuria Gallardo, Verónica Forqué o Tristán Ulloa, que da vida a Juan Soldado, personaje interpretado por Fernán Gómez en los años setenta.

Entre todos emprenden un Viaje a alguna parte en el que lo cotidiano y lo imaginario se entremezclan a través de fragmentos de películas, algunas conocidas, otras olvidadas, transitando entre el sueño y la vigilia o conversando con el pasado y el presente. Una aventura cinematográfica de gran interés que evoca y homenajea la riqueza y libertad creativa de dos grandes artistas.

Al comentar el origen de su propuesta, Helena de Llanos comenta: “La nieta de Fernando y Emma soy yo, pero en la película interpreto un personaje de ficción con tintes biográficos. La idea original surgió hace siete años y consistía en hacer una película sobre mi abuelo. Emma me documentaba y a su modo era coguionista, pero se negaba a aparecer en pantalla. Con su muerte, la película, y mi vida, dieron un giro pues me instalé en la casa y comencé a abrir cajas, cajones, armarios… Vi las más de doscientas películas de Fernando como actor. Leí las novelas de ambos, también sus cartas, sus notas. Emma se volvió tan central como Fernando para esta historia. Mientras investigo y escribo el guion, comparto con ellos una vida en la que ya no están presentes y, sin embargo, no paran de manifestarse”.

A lo largo de cinco años, prosigue la cineasta, “este trabajo-vida en el interior de su casa me sirve, como directora y guionista, para desplegar la imaginación hasta crear un collage fílmico, por momentos surrealista, que mezcla lo real con lo ficcional, lo dramático con lo cómico, lo onírico con lo cotidiano, lo pasado con lo presente. La casa es un personaje y un hilo conductor, un receptáculo de historias, tanto visuales como sonoras, y es la responsable de crear continuidad en una película de naturaleza fragmentaria”. 

Así es. Viaje a alguna parte pone a dialogar imágenes de archivo con situaciones del presente para construir una emotiva relación que, como la memoria, conjuga lo real con lo imaginativo, y con lo evocador y, por qué no, también con lo caprichoso. El resultado es magnífico.

Y lo es porque puede interesar a quien ya conoce y admira a Fernán Gómez y a Cohen –gran parte del archivo que se maneja es inédito–, como a quien no sepa nada de ellos, pues habla de la identidad, de la relación con la muerte, de la pasión como forma de ser libres, del entusiasmo y del disfrute de la vida y el arte y, en definitiva, de la necesidad de la memoria para entender el presente. 

“Mi deseo en última instancia ha sido hacer una película que combine, como dijo Fernando, el amor con el trabajo, para que el trabajo tenga algo de amor. Les deseo buen viaje a alguna parte”, apostilla la cineasta.

Seguro que nadie saldrá defraudado del trayecto.

Viaje a alguna parte

Dirección y guion: Helena de Llanos

Ayudante de dirección: Mateo Garlo

Intérpretes: Fernando Fernán Gómez, Emma Cohen, Tristán Ulloa, Helena de Llanos.

Con la colaboración de José Sacristán, Verónica Forqué, Juan Diego, Óscar Ladoire, Nuria Gallardo y Tina Sáinz   

Fotografía: Almudena Sánchez

España / 2021 / 104 minutos