El inverosímil robo del siglo

Viernes 13 de enero de 2006. Tras una minuciosa preparación en la que ningún fleco ha quedado suelto, unos encapuchados entran en una sucursal del Banco Río de la capital de Argentina y secuestran al personal que se encuentra dentro. Cuando los hechos salen a la luz, más de tres centenares de policías diseminados por el lugar aguardan la orden de Miguel Sileo, el negociador, que tiene la esperanza de que los ladrones acaben por entregarse.

Pasan las horas y nadie cede por lo que los policías reciben la orden de entrar en el edificio y cuando lo hacen se topan con lo más inesperado. Como si fuera un acto de prestidigitación del escapista Houdini, la banda de atracadores compuesta por Vitette, Araujo, De La Torre, Debauza, Marciano y El Gaita ha desaparecido y con ellos 147 cajas de seguridad que contenían mucho, mucho dinero. Tanto como 19 millones de dólares. Inexplicablemente, quienes perpetraron el asalto se habían esfumado sin que se hubiera derramado ni una sola gota de sangre.

Dirigida por Ariel Winograd con guion de Alex Zito y Fernando Araujo, uno de los autores del atraco que tenía por entonces un taller de pintura a sólo unas manzanas del banco, protagonizan El robo del siglo un carismático Guillermo Francella, una vez más grande en su papel, Diego Peretti, Mariano Argento y Luis Luque.

Humor

Con un dinamismo a través del que la cámara viaja por la historia sin conceder un segundo de respiro, El robo del siglo encuentra en el humor un lugar perfecto para que lo que se cuenta fluya sin dramatismos. De hecho, en cierto modo el espectador acaba confabulándose con los delincuentes y deseando que el asalto fragüe y cada cual disfrute de su parte del millonario botín.

En este sentido, el actor Diego Peretti puntualiza: “Tras el ‘corralito’ vivido en 2001 en Argentina, en el que los bancos fueron los grandes beneficiarios, no estaba tan mal visto golpearlos. Aquel robo se vivió casi como un acto reivindicativo, sobre todo porque en su ejecución no hubo ni tiros, ni víctimas. Pareció algo mágico”.

El estreno del filme constituyó un acontecimiento en Argentina, convirtiéndose en la segunda película más vista en la historia en su día de presentación, sólo por detrás de Futbolín, el largometraje de Juan José Campanella. Tras ocho semanas en cartel –interrumpidas por la pandemia– fue vista por más de dos millones de espectadores.