Los hermanos Burbank, Phil y George, son antagónicos y pese a ello socios, se respetan y viven juntos como propietarios del mayor rancho del valle de Montana. Phil  –eje central de la película gracias al gesto sobrio, siempre inquietante, del que dota Benedict Cumberbatch al personaje que interpreta– es un hombre hermético que, al tiempo, despierta temor y admiración en su entorno. George (Jesse Plemons) es la otra cara de la moneda gracias a su carácter paciente y  bonachón. Uno es delgado y anguloso; el otro rechoncho y descuidado. Uno es violento y retador; el otro tranquilo y sensible. Necesitado de amor.

Son inseparables, cabalgan juntos acarreando las miles de cabezas de ganado de su hacienda e incluso duermen en la misma habitación y en las mismas camas que ocupaban cuando eran niños. Sus vidas fluyen en común hasta que George se enamora de Rose, una joven viuda (Kirsten Dunst, acaso en el mejor papel de su carrera hasta la fecha), se casa y decide traer a vivir al rancho a su esposa y al hijo de ésta, Peter (magnífico también Kodi Smit-McPhee, tal y como ha reconocido la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood al premiarle con el Globo de Oro al mejor actor de reparto), un enigmático adolescente de sexualidad incierta y sensibilidad a flor de piel.

Desde ese momento, Phil alienta su crueldad y decide hacer la vida imposible a los recién llegados. Sin piedad vuelca toda su violencia sobre la mujer y el chico, mientras George observa desconcertado una animadversión que no comprende. Así las cosas, hasta que el animal que Phil lleva dentro comienza a sentir una especie de irreprimible atracción por el joven.

Entre paisajes deslumbrantes discurre la trágica historia de traición y deseo de El poder del perro, que capta a través de una dirección de actores que ya se mostró plena en la realizadora hace casi treinta años cuando estrenó El piano (1993). Sentires reprimidos y emociones capadas como consecuencia de una sexualidad extrañamente enclaustrada dotan a la película de una inquietante, soterrada, tragedia que aumenta en cada uno de los fotogramas de las más de dos horas de metraje.

Todo encaja en lo que se narra, también la atípica y disonante banda sonora de Jonny Greenwood, sobre un trasfondo asfixiante, áspero y masculino, en una América naciente de territorios sin horizonte y valores primitivos y extremos.

Como apunta Campion, el deseo marca El poder del perro “pues este sentimiento tiene un interés fundamental para mí porque habla de lo que motiva a los seres humanos. Savage rompió con su libro los esquemas del wéstern con su complejo estudio sobre las masculinidades” y ella, la realizadora, ha plasmado el espíritu del libro en una película imprescindible.

El poder del perro

Dirección: Jane Campion

Guion: J. Campion sobre la novela homónima de Sam Savage

Intérpretes: Benedict Cumberbatch, Kirsten Dunst, Jesse Plemons, Kodi Smit-McPhee

Fotografía: Ari Wegner

Música: Jonny Greenwood

Reino Unido, Australia, Canada, Nueva Zelanda / 2021 / 126 minutos

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