Tras la mencionada y exitosa trilogía, verdadera supernova en la historia del cine español provocada por un tipo de apenas veintidós años, aquella vocación de intriga tornó en vocación humanista. Ésta es transparente en películas como Mar adentro, Óscar a la mejor película extranjera en 2005, Ágora, Mientras dure la guerra o la serie La Fortuna.

Puede que Amenábar sea un artista de autoría total capaz de inventar sus propias historias, convertirlas en guiones, dirigirlas e incluso ponerles músicas, pero temáticamente, a primera vista al menos, predomina el bandazo saltando del cine de terror al melodrama basado en hechos reales, del cine de fantasmas al histórico-filosófico.

A priori, sus cintas tenían en común primero el afán de sorprender y después el éxito de crítica y público. Y poco más si no las ves todas juntas o alguien atento las ve por ti y te demuestra lo contrario. Eso es lo que ha hecho el periodista Pau Gómez (Valencia, 1978) en el libro Amenábar. El valor de contar historias. “Desde Tesis a La Fortuna son muchos los elementos distintivos que recorren su filmografía: la libertad, los sueños, los laberintos de la mente, el mito de David contra Goliat… Y la lluvia, desde luego. Por eso, cuando le escuché decir en una entrevista que era casi imposible establecer una línea dominante en su cine debido a la singularidad de cada proyecto, decidí llevarle la contraria y extraer de sus películas el discurso omnipresente de un autor. Ese sería mi reto”.

A capítulo por obra, Gómez nos cuenta primero la relevancia de cada película en su momento, las influencias que detecta, las conexiones o vínculos con cintas anteriores o posteriores, los temas que se repiten o las obsesiones que subyacen para, después, discutir todo ello con el protagonista del libro en diálogos breves.

Juntos repasan la ascendencia que sobre él tuvo el añorado José Luis Cuerda (“me enseñó a ser un buen cineasta, y me dio absoluta libertad para rodar. Pero, por encima de todo, me enseñó a ser buena persona”) o la relación con los intérpretes: sus primeros actores fetiche (Fele Martínez, Eduardo Noriega); el rescate de Ana Torrent y el descubrimiento de Belén Rueda para la gran pantalla; los hitos interpretativos de Javier Bardem y Karra Elejalde encarnando a personajes reales como Ramón Sampedro y Miguel de Unamuno, respectivamente, sin caer nunca en la imitación; o el trabajo con estrellas mundiales como Nicole Kidman, Ethan Hawke o Rachel Weisz.

De sus primeras películas (Tesis, Los otros), disfrutadas hoy, admira su habilidad para suscitarnos espanto sin grandes efectos; también su capacidad para introducir un poco de humor en su etapa posterior y más comprometida (Mar adentro, La Fortuna) contra los fanatismos religiosos, en favor de una muerte digna o en defensa del patrimonio cultural de un país.

El libro cumple el objetivo que se marca: los bandazos temáticos y de género son compatibles con la mirada coherente de un autor maduro que ya no despierta las expectativas de hace veinte años pero del que aún esperamos lo mejor. Amenábar le dice a Pau Gómez que él es uno de esos cineastas que conciben el cine como una forma de evasión y huyen deliberadamente de retratar su propia realidad, aunque, admite, haya mucho de él en lo que cuenta y necesite identificarse con determinados aspectos de sus personajes. Así era su maestro Spielberg hasta que el año pasado decidió contarnos abiertamente su infancia en Los Fabelman. ¿Quién sabe si Amenábar seguirá algún día su ejemplo?

Amenabar. El valor de contar historias
Pau Gómez
Editorial Libros Cúpula
176 páginas
21,50 euros