En un año que será recordado por el triunfo de Birdman en los Oscars llega a nuestras pantallas otra reflexión sobre el mundo del espectáculo con la óptica puesta sobre los egos, la popularidad, el fracaso y la obsesión que estos tres conceptos generan. La cinta de Iñárritu centraba su mensaje en la necesidad de ser apreciado que el colectivo artístico posee. La de Cronenberg también lo hace. El resultado, sin embargo, no podría ser más distinto.

Hablar de cine con atmósferas enrarecidas es hablar de David Cronenberg. No hay más que echar un ojo a su filmografía, que incluye títulos como Scanners, Videodrome, La mosca, Crash o las más recientes Una historia de violencia y Promesas del este para atestiguarlo. Tomen esa atmósfera de la que hablamos, súmenle ese cine dentro del cine que tanto gusta a Hollywood y comenzarán a aproximarse a Maps to the stars.

Un Hollywood en llamas. El Hollywood de las cloacas. ¿Cuántas películas han puesto en evidencia la cara fea de Hollywood? La lista sería interminable, por supuesto, pero el guion de Bruce Wagner salva los clichés haciendo un más difícil todavía mediante la introducción de elementos sobrenaturales. En dichos momentos Cronenberg hace gala de su maestría con las atmósferas enrarecidas que citábamos antes, añadiendo al conjunto un aire marciano que se erige como una de las grandes bazas de la película.

Humor enfermizo

Una cinta tan extraña no puede atarse a un género concreto. Habrá quien la vea como un drama, otros quizá como un thriller, y ambas opciones son correctas, pero por encima de todo, si admiramos la obra en su totalidad, Maps to the stars se revela como una sátira de un pérfido humor negro. Una comedia ácida, retorcida e incómoda, de las que hace recolocarse en el asiento al espectador. La comedia se ve irónicamente ayudada por su parte dramática, que resulta una exhibición tan exagerada de melodrama, con sus giros, revelaciones y traiciones, que claramente no se toma en serio a sí misma, lo que genera precisamente el efecto opuesto al que aspira cualquier drama. ¿Comedia involuntaria? En absoluto. Comedia totalmente voluntaria y con un humor enfermizo que nace orgánicamente.

Aunque en ningún momento roza lo desagradable, Maps to the stars no da descanso al estómago del espectador y genera un mal cuerpo que dura más allá de las puertas del cine. El retrato bajuno y brutal de un Hollywood desprovisto de valores en el que comer o ser comido es la ley y en el que la fama es la única y desesperada vía para obtener el amor y la comprensión que falla a niveles íntimos golpea a todos los personajes con una violencia rayana a la crueldad. El guion de Wagner no tiene piedad de nadie, y Cronenberg se lo pasa en grande cortando cabezas por doquier.

Otra de las grandes bazas es su reparto. Julianne Moore y Mia Wasikowska pugnan en la cumbre, la primera con un personaje desquiciado y desesperado cuyo tiempo ve inevitablemente abocado a su fin, la segunda con un frágil, caótico e impredecible enigma. Ambas estupendas, si bien Moore despunta sobre el resto. De entre un reparto que incluye a John Cusack, Robert Pattinson y Olivia Williams, destaca la frescura y asombrosa madurez del joven Evan Bird, toda una revelación.

Si les gustan las propuestas malsanas y de un humor retorcido, Maps to the stars es su película. Vayan a verla si quieren gozar de ese placer culpable de ver al prójimo pasarlo mal, sobre todo si ese prójimo es una estrella con la vida aparentemente resuelta.

Maps to the stars CartelMaps to the stars
Dirección: David Cronenberg
Guion: Bruce Wagner
Intérpretes: Julianne Moore, Mia Wasikowska, John Cusack, Robert Pattinson, Olivia Williams, Evan Bird, Sarah Gadon y Dawn Greenhalgh
Música: Howard Shore
Fotografía: Peter Suschitzky
Canadá / 2014 / 111 minutos