Entre secuencias que saltan y, al tiempo, desconciertan y atrapan al espectador —algo buscado y seña de identidad del realizador argentino—, asistimos al deambular de Remo Manfredini (Nahuel Pérez Biscayart), un joven jockey que es ya una leyenda en el mundo de las carreras de caballos. Pese a su fama y logros, su comportamiento autodestructivo y dependiente del alcohol y otras sustancias empieza a eclipsar su talento y a amenazar su relación con Abril (Úrsula Corberó), también jinete y entregada pareja de Remo. Ambos trabajan para un tal Sirena (Daniel Giménez Cacho), poderoso empresario y mafioso consumado que quiere a toda costa que Remo monte sus caballos.

En la carrera más importante de su vida, cuando lidera y tiene la victoria a unos pocos trancos, Remo sufre un grave accidente y recibe un fortísimo golpe en la cabeza. Ya en el hospital, cuando después de varios días recobra la conciencia, desaparece sin dejar rastro. Todos lo buscan, especialmente Sirena y sus secuaces, pero se ha esfumado. Abril tendrá que dar con él antes de que sea demasiado tarde.

Encarna el papel principal de la historia Nahuel Pérez Biscayart, en la actuación más sólida y arriesgada de su carrera hasta la fecha. Le acompañan con otras dos interpretaciones de fuste Úrsula Corberó y Daniel Giménez Cacho, quien vuelve a demostrar su capacidad para hacernos creer el torvo personaje —una especie de gánster— al que da vida.

A destacar también la brillante fotografía del conjunto, firmada por Timo Salminen, con sobrada demostración de hacerse dueño de la pantalla en sus participaciones en los filmes del director finlandés Aki Kaurismäki. Además, cuenta con la participación de Benicio del Toro como productor ejecutivo.


El realizador y coguionista Luis Ortega (Buenos Aires, 1980) dirigió con solo 19 años su primera película, Caja negra, que recibió diversos premios internacionales y lo catapultó como uno de los cineastas argentinos más prometedores. Aquella presunción se convirtió en realidad, pues desde entonces ha desarrollado una filmografía muy personal que no pasa desapercibida. Es el caso de su anterior propuesta, El ángel, muy celebrada en Cannes. Ahora, con El jockey, traza una muesca más a la hora de dejarnos ante un cine inclasificable pero muy atractivo, lleno de cruces, en el que, con toda lógica, no pocos se preguntarán cuál es el fondo y el motivo de lo que están viendo. Algo de lo que no resulta fácil apartar la mirada.

Como el propio realizador sostiene: «El choque entre el mundo interior y el mundo exterior es el campo de batalla donde transcurre la película. Mientras más intenso es el mundo interior del personaje, más violento es este choque con el afuera. Buscando la salvación, el jockey va cambiando de identidad, viendo si por medio de una u otra puede alcanzar la libertad. Pero todas las identidades están atormentadas. Hay que matar a cada uno de nuestros personajes para ser libre, y aun así, siempre se vuelve a empezar. Porque, aunque uno sienta que está viviendo una aventura individual, en realidad es una aventura colectiva. Hasta que no se libere la humanidad en su conjunto, volvemos a la vida a formar parte de este proceso poblado de fantasmas. Un día nos despertamos y somos un hombre. Otro día nos despertamos y somos una mujer. Otro día, un bebé. En ninguno de los casos tenemos la menor idea de lo que está pasando. Ni accedemos a las fuerzas ocultas que hay detrás de la vida. El mundo parecería estar armado de manera tal que nunca sabremos nada. Pero el verdadero desafío del protagonista es no enloquecer».

En la génesis de su película, Ortega destaca la influencia de un libro de Jack London publicado en 1915, El vagabundo de las estrellas, «en el que el narrador es sometido a tan intensas torturas físicas que sufre una anamnesis: la pérdida del olvido. Puede recordar todas sus vidas pasadas. Después de las torturas es condenado a muerte, pero nadie puede estrangular su inmortalidad. Esa lectura, mi propia paternidad y el encuentro casual con un vagabundo dispararon las ideas principales para esta película».

Estrenada en la Sección Oficial del Festival de Venecia, El jockey ganó el premio Horizontes Latinos en el de San Sebastián, fue seleccionada para competir en los Óscar por Argentina y en los Goya en la categoría de mejor película iberoamericana.

El jockey

Dirección: Luis Ortega

Guion: Luis Ortega, Rodolfo Palacios y Fabián Casas

Intérpretes: Nahuel Pérez Biscayart, Úrsula Corberó, Daniel Giménez Cacho, Daniel Fanego, Osmar Núñez, Roberto Carnaghi, Luis Ziembrowski, Jorge Prado, Adriana Aguirre, Roly Serrano y Mariana Di Giarolamo

Fotografía: Timo Salminen

Música: Sune Rose Wagner

Argentina, España, México, Dinamarca, Estados Unidos / 2024 / 96 minutos

Caramel Films