Cuando Angel Olsen comienza a cantar «Acrobat», la primera canción de su primer disco largo, «Half Way Home» (2012), estamos, en términos narrativos, en la presentación del personaje. Tan sólo tres minutos y medio después, el dramatismo de la cantante ha conseguido engancharte a su historia, su voz te ha hipnotizado y su música te ha encandilado.

Nacida en St. Louis, Missouri, y adoptada por una familia de acogida con ya ocho hijos, Olsen ha reconocido que utiliza la creatividad para evadirse. Se ha reinventado a lo largo de su discografía desde la dulce cantautora folky a la ácida punky-country. En «Acrobat» aún no se había electrificado pero sus variados registros vocales ya muestran su polifacética personalidad, una canción de amor enajenada, con una falsa inocencia y que esconde una gran fortaleza vital.

Define la década porque con «Acrobat» irrumpió una de las cantautoras más interesantes de la década; si bien luego explosionó su sonido con sus siguientes discos, la sutileza de «Acrobat» contiene a un terremoto creativo. Sólo con voz, guitarra y pequeños arreglos remueve tu estado de ánimo. Canción desnuda y frágil que Olsen recubre de poderío dramático.