Richard Serra (San Francisco, 1938),  Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2010, se manifiesta muy orgulloso del reconocimiento que le brinda un país, España, al que confiesa amar desde hace muchos años, «y en el que siempre quiero exponer». A lo largo de la presente entrevista el escultor habla de casi todo, y también de Velázquez y sus Meninas, que un día, hace 35 años, le miraron, le golpearon de frente e hicieron que su vida cambiase: «Si no hubiera visto a Velázquez, hoy sería un artista de segunda». ¿Cómo se siente al ver reconocido de esta manera su trabajo y su trayectoria?

Realmente me siento muy satisfecho. Creo que es un gran honor que en España se esté reconociendo y premiando mi trabajo de esta manera. Siempre he tenido una relación muy especial con este país, una relación que empezó hace más de 25 años cuando aún era un estudiante y me hace muy feliz que se haya pensado en mí para recibir este premio. Supongo que cuando llegas a una cierta edad te dan medallas… No, en serio, estoy realmente muy contento, muy orgulloso, con este reconocimiento.

Usted crea con sus manos, un trabajo muy físico y que tiene mucho que ver con el contacto con la realidad y con la materia. ¿Hasta qué punto intenta expresar con su obra las sensaciones que le produce el hecho de estar físicamente en el mundo?

 Bueno, ese es un gran fin. Creo que uno tiene que tratar primero con sus volcanes personales y una vez que ya has hecho ésto, entonces a lo mejor puedes acallar los volcanes de otros. Pero, primero, tienes que trabajar contigo mismo, y cuando te has conocido, cuando has tratado con tu propia expresión interna, a lo mejor eres capaz de transmitírselo a otras personas, pero no hay ninguna garantía. Nadie lo sabe. Creo que si haces las cosas intentando llegar a otros al final no vas a conseguir llegar a nadie. Tienes que intentar afectarte a ti mismo y encontrar el lenguaje para hacerlo. Si tienes suerte, lo consigues, pero nunca puedes saber si eso va a pasar. Yo nunca esperé tener una audiencia, sólo quería trabajar. Yo no pretendía…

¿Expresarle algo a la gente?

No es tanto expresar, la historia de la escultura es la historia de un lenguaje que involucra, igual que lo es la historia de la literatura o la música. Quieres añadir algo a ese lenguaje, pero no sabes si lo que vas a añadir va a llegarle a alguien o no. No hay manera de saberlo, es algo acerca de la expresión personal, acerca del lenguaje de la escultura, del espacio de la escultura, que es distinto del de la arquitectura o de cualquier otra cosa.

Usted jugó un papel fundamental en la configuración del Guggenheim de Bilbao, y en la decisión de que se llevase a cabo finalmente en España. ¿Cómo ve su evolución desde su creación?

Bueno, uno nunca sabe realmente donde habrán desembocado este tipo de iniciativas en los próximos quince años, pero creo que la apertura del Guggenheim en Bilbao ha supuesto una completa transformación del centro y de la ciudad. En el momento de su creación causó un gran impacto en el mundo entero, y creo que a la larga ha demostrado ser muy positivo para la cultura de España, para la cultura museológica y, en general, para todo el sistema de organización y montaje de exposiciones, ya que el museo organiza muestras de gran calidad y con un montaje espléndido y, sin lugar a dudas, esta forma de trabajar ha influido y marcado el modo en que hoy en día los museos se enfrentan a esta parte del proceso artístico, que es la exhibición de la obra. Obviando el hecho de que ese nivel de calidad se vaya o no a mantener a lo largo de los años, la creación del Guggenheim de Bilbao ha sido sin lugar a dudas algo muy importante para España.

¿Y qué tienen en común las obras de Richard Serra que se pueden ver en el Guggenheim?

Si ahora pienso en ello, en el hecho de tener esas grandes piezas en esa sala del museo, resulta extraordinario, tengo expuesto todo un cuerpo de trabajo, de un lenguaje muy concreto y que creé en un período de tiempo muy corto. En ese sentido, si tuvieses un período determinado de Giacometti o de cualquier artista y exhibieses todo en una misma habitación, aquellas personas que tuviesen la oportunidad de verlo podrían entenderlo sin necesidad de saber nada de escultura. Podrían ir de una pieza a otra, viendo y entendiendo cómo funciona el lenguaje de ese artista. Ésto, que es lo que sucede con la obra que tengo en el Guggenheim, es muy gratificante; a cualquier artista le encantaría, mucho más que una retrospectiva, por ejemplo.

¿Qué papel cree que han jugado los escultores españoles en la configuración y la evolución de ese lenguaje de la escultura al que se refiere? ¿Le parece que figuras como Picasso, Julio González o Gargallo han tenido un papel importante en los cambios que se producen en la escultura en el siglo XX?

Bueno, Gargallo no tanto, pero Julio González y Picasso por supuesto que han jugado un papel importante en la creación de ese lenguaje. Fueron responsables de una evolución enorme en la historia de la escultura. La figura de ambos ha sido fundamental en la historia de la escultura del siglo pasado y en la de hoy en día, que es la continuación del camino que ellos empezaron. Han influido a los constructivistas, a los rusos, a los minimalistas, a todo el mundo.

¿Siente que Picasso y Julio González han influido de una manera directa en su obra?

En realidad no. Son parte de mi historia porque son parte de la historia de la escultura, de ese lenguaje del que hablábamos antes, pero no siento que tenga una influencia directa. Ellos son los mentores, los padres, ayudaron a configurar un nuevo lenguaje o una nueva forma de expresarlo.

Con tanto reconocimiento, ¿está pensando exponer su obra en España? ¿Tiene algún proyecto en marcha en nuestro país?

¿Exponer aquí? Claro que sí. Siempre quiero exponer en España. Estamos trabajando en algo, pero no existe todavía mucha información porque aún está en discusión. Es algo preeliminar, de lo que sólo existe el proyecto. Hay que rezar para que salga…

Siempre se refiere a la escultura como un lenguaje que se desarrolla y que evoluciona gracias a las aportaciones que los escultores han ido haciendo a lo largo de la historia. ¿Qué camino cree que va tomar de mano de las nuevas generaciones?

Cuando la escultura baja del pedestal se produce un gran cambio, ya que por primera vez cobra importancia por sí misma, y ésto conlleva lógicamente la apertura de nuevos caminos. Espero que la escultura encuentre otras vías de desarrollo y de organizar el espacio. Con la escultura, uno primero tiene que lidiar con la gravedad y con la materia en relación con el contexto. Espero que las futuras generaciones puedan lidiar con la materia, con la gravedad y, ante todo, con el tiempo, pero uno nunca sabe lo que la gente joven va a hacer.

¿Qué lugar ocupa el paisaje en su obra?

Yo principalmente ando por el paisaje. No es la forma lo que me interesa, sino establecer una nueva relación con el espacio. Trabajo con el contexto y en parte es el paisaje el que define ese trabajo.

¿De dónde procede esa fuerza que le impulsa a crear?

Mi fuerza procede de la ansiedad. Pero no es lo que la gente concibe generalmente como ansiedad, sino que tiene que ver con nuestra sensibilidad. Lo interesante es que cada uno tiene su propia sensibilidad y su manera singular de enfrentarse a las cosas, de enfrentarse al mundo. Es como decir: ¿qué puedo crear que, a su vez, me devuelva algo a mí? En parte, mi obra es la búsqueda de una gratificación.