Quizás algunos desconozcan que el humorista, monologuista, actor y colaborador en diferentes medios, conducido por su pasión por el dibujo, estudió Bellas Artes en Cuenca, un lugar donde coincidió con Ernesto Sevilla y Raúl Cimas y donde se creó el caldo de cultivo necesario para hacer los mejores scketches de humor animado de este país.

La Hora Chanante, Lo + Plus, Camera Café, Muchachada Nui, Museo Coconut, Torres y Reyes, El Intermedio… La lista de programas en los que ha participado con éxito es larga. Con motivo de la II Semana del Dibujo y la Ilustración organizada por el Museo ABC, Reyes ha ofrecido una charla bajo el nombre Cómo la animación cambió mi vida. Precisamente sobre ello hoyesarte.com ha hablado con él.

¿Cómo le cambió la vida el dibujo animado a Joaquín Reyes?

Me hizo mucha ilusión cuando al fin pude ver mis animaciones en la tele. Empecé haciendo animaciones al poco de terminar la carrera, cuando unos compañeros y yo decidimos hacer una página en internet un poco al hilo de la aparición del Flash como programa. La animación hasta entonces era un proceso muy costoso y muy caro. Requería mucho esfuerzo y era algo inalcanzable. Para mí, los dibujos animados eran una cosa muy laboriosa que no estaba a mi alcance, así que el Flash permitió de repente una animación parcial pero muy resultona. Empecé a trabajar con él y al final, cuando empezamos con La Hora Chanante, una de las primeras cosas que hice fue introducir animaciones. Me hizo muchísima ilusión verlas en la tele… Más que verme a mí mismo.

Conocida por todos su faceta más cómica, sorprende que haya estudiado Bellas Artes, ¿por qué se encaminó hacia el humor?

Mi vocación siempre fue la ilustración, el dibujo. Estudié Bellas Artes porque mi pasión era dibujar. Era algo natural y no había otra cosa que pudiera hacer, la verdad. Cómo terminé dedicándome a esto es un cúmulo de circunstancias azarosas.

Cuando estudiaba en la Facultad de Bellas Artes de Cuenca había una asignatura de vídeo y mucha gente hacía cortos, algunos eran artísticos y otros sketches. Había un ambiente muy libre, experimental y lo que se potenciaba es que tú desarrollaras un discurso. Creo que eso, de alguna forma extraña, desembocó en esto que hacemos ahora.

Aunque es raro que nos dediquemos a la tele viniendo de Bellas Artes y no de Comunicación Audiovisual, creo que es precisamente eso lo que le da una impronta a lo que hacemos, sin ponerme muy pedante.

“Creo mucho en la fuerza de los personajes”

¿Recuerda su primer personaje animado?

Sí… En la página que formé con mis compañeros de la facultad -cartun.com- creé junto a un amigo, Miguel Núñez, una serie que se llama Sr. Pussy. Los protagonistas eran unos jubilados que vivían en una residencia mil y una aventuras. Era una serie musical, muy… Como decirlo de una forma fina… Muy loca. Luego llegaron Super Ñoño y Doctor Alce en La Hora Chanante.

¿Y de humor?

Lo primero que se me ocurrió cuando me propusieron hacer sketches fue parodiar famosos con acento manchego, esto que llevo haciendo ya desde hace tiempo con muy poca vergüenza por mi parte. Viendo un documental en The Biography Channel de Vanilla Ice, el rapero caído ya en desgracia, empecé a decir lo que decía con acento manchego allí solo en mi casa.

¿No le ha dado por dar un salto aún mayor y marcarse una serie más larga?

Ha habido oportunidades… Hubo una serie sobre Enjuto para Movistar en la que salía de su casa e iba al bosque. Era una serie de seis o siete minutos y era algo más ambicioso, pero a mí me gusta ese formato corto. Creo que es muy complicado hacer una serie de media hora. Se necesitaría un equipo muy grande y a mí, en realidad, me gusta más hacer series cortas.

¿Es un formato que funciona más en internet que en televisión?

Sí, sin duda. Ahora estoy preparando una serie de dos minutos y creo que es lo que mejor se consume en internet. Detrás de ella hay una marca, es un proyecto muy avanzado pero no me dejan decir nada más. Creo que ese formato es el mejor para internet.

La vuelta de Enjuto Mojamuto fue una especie de homenaje a esos fans internautas constantes…

La vuelta de Enjuto en ese formato original, como una tira de medio minuto en el programa Torres y Reyes, era muy deseada. Me hizo mucha ilusión. Es un personaje muy especial porque tuvo muy buena acogida entre el público al que iba dirigido. Nació como un guiño a ese público loco de las redes sociales.

¿Hace falta un poco más de este tipo de animación en España?

En otros países como en Estados Unidos la animación para adultos tiene mucha tradición. De hecho, Los Picapiedra era una sitcom que se estrenó en prime time. Luego llegaron Los Simpsons, Padre de Familia… Sin embargo, en España es muy difícil y todavía no podemos hablar de ninguna tele generalista que haya tenido una serie de animación para adultos de éxito. Por eso creo que internet es el lugar. Es muy difícil que una tele compre un formato de animación para adultos a nos ser que sea una televisión como TNT o un canal así.

“En la animación hay que buscar más la sencillez”

¿Qué tiene que tener un personaje para que llegue de verdad? ¿Hay alguna regla?

Creo mucho en la fuerza de los personajes. Cuando algunas personas me han enseñado sus trabajos a veces parece que detrás de cada proyecto hay una idea muy complicada para hacer un alarde de animación y te empiezan a contar historias muy ambiciosas: esto transcurre en una isla flotante donde hay personajes y un niño que se pierde, por ejemplo. Entonces te preguntas, pero, ¿de qué va la serie? Y les cuesta explicarlo. Si no puedes explicar de qué va tu serie en una frase es que no lo tienes muy claro. Creo que hay que buscar más la sencillez y apostar por el guión.

Pasa lo mismo en un sketch

Sí, sí… Es muy importante tener un buen guión y una buena idea y luego ya desarrollar el proyecto y el diseño de personajes, pero no al revés. Cuando los proyectos vienen de los animadores y de los ilustradores normalmente ellos piensan antes en el diseño de personajes antes que en el guión.

Me parece que los personajes tienen que ser sencillos. Muchas veces los de las series que más gustan lo son. Por ejemplo, Ren & Stimpy: son un listo y un tonto. A partir de ahí se puede buscar que tengan un recorrido y una evolución.

¿Sus creaciones pasan muchos filtros?

Escribo con gente, entonces las ideas siempre las debatimos. Creo que es bueno cuando estás haciendo comedia que haya un debate entre tres o cuatro personas.

¿Hace falta más crítica dentro del humor?

Creo que el humor ha de ejercer ese papel de forzar un poco los límites. Ese es el espíritu. Vuelvo un poco a la referencia del mundo anglosajón. Creo que ahí nos llevan mucha ventaja con respecto a cómo ellos abordan temas que aquí directamente es impensable que se traten, aunque de un tiempo a esta parte se dicen más cosas y hay menos censura. Eso es bueno, vaya.

Aunque también hay autocensura…

Creo en la autocensura. Creo tiene que ver con la personalidad del cómico en concreto y eso es bueno. Es bueno que cada uno tenga sus límites. Es algo personal y crea tu estilo al fin y al cabo.

¿Y cuando proviene del propio medio o grupo editorial como el caso de El Jueves?

Fue una decisión editorial que desgraciadamente no la toma la dirección de El Jueves, sino sus jefes. Lo explicaba muy bien Albert Monteys. Es una decisión personal que no criticaba tampoco a la gente que se quedaba. Hay gente que considera que no debe haber esas injerencias y me parece muy bien, la verdad. Al final eso juega en contra de la propia revista y del grupo editorial.

“No dudo de lo que ofrezco a la gente”

¿Cree que hay que reírse más?

Creo mucho en la risa tonta, en esto que te ríes y no sabes de qué. Luego también creo en la risa que nace de la crítica. Hay que reírse en general, del humor fino o del humor gordo. Me da igual.

Su libro se llama Realidad a la piedra, ¿no es suficientemente heavy ya la realidad? ¿Cómo sería si fueran gatos en vez de piedras?

El libro es una forma de criticarnos a través de las piedras. Ellas hacen de pretexto para hablar de las relaciones humanas. Me hacía gracia eso de que unas piedras de repente sintieran celos o envidia, que hubiera ese contraste entre la forma y el fondo.

Un gato ya tiene una personalidad muy marcada. Me parecía que en las piedras cabían más cosas. Todo empezó como un chiste privado. Empecé a dibujar piedras y a ponerles unos bocadillos en los que una piedra le decía a otra: “Ya nunca hacemos nada, ya no me quieres” y de ahí surgió la idea del libro, que no deja de ser un divertimento, una cosa pequeña.

¿Qué cree que caracteriza todo lo que hace?

Humor blanco, absurdo. No sabría decir… Creo que una especie de mezcla entre costumbrismo y surrealismo. Todo así un poco manchego. Creo que es lo más reconocible de lo que hemos hecho hasta ahora.

¿Cuántas ideas deshecha al cabo de los días?

Pues últimamente no muchas. La mayoría de los encargos que tengo son para publicidad y ya pasan por mucho filtros. No sé si es que no tengo autocrítica, pero pienso las cosas y confío en lo que le doy a la gente. No dudo de lo que ofrezco. Creo que al fin y al cabo te pagan por hacer un trabajo creativo y todo es subjetivo. La cuestión en que tú confíes en tu trabajo.