Está radiante y le brillan los ojos. Parece muy joven. Lo es. Sin embargo, en cada frase que pronuncia derrocha madurez, elegancia, temperamento. Igual que la música que interpreta. Mucho de todo eso tiene precisamente este disco. Grabado junto a la pianista Ana-María Vera, Spanish Landscapes es un viaje a la esencia de la música española. En él, obras más conocidas se encuentran con otras por completo olvidadas, el lirismo da la mano al mestizaje, y el virtuosismo a la nana. Moreno logra conmover, sacar otros tintes y coloridos que unidos a su técnica ponen de manifiesto que estamos ante una violinista excepcional. En las distancias cortas también sabe exprimir al máximo lo que siente.

Está en un momento muy dulce, ¿qué supone sacar un disco con Deutsche Grammophon?

Es un sueño. Estaba tan lejos que nunca había soñado con ello hasta que de repente me topo con dos obras, que son dos de las más importantes del CD: la Sonata para violín y piano de Granados, que es muy poco conocida, tanto en España como fuera, y El Poema de una Sanluqueña, de Turina, que se conoce más aquí, pero fuera es totalmente desconocido. El proyecto es un intento de descubrir mis raíces porque nunca me había dedicado al repertorio español. Sólo había tocado alguna obrita de Sarasate, una transcripción que hay de Falla, pero poquísimo. En el CD hay dos obras magnas, importantes, pero desconocidas o que no tienen el reconocimiento que merecen. Aún más que grabar con este sello me hace una gran ilusión que estas obras, que son las que van a perdurar en el tiempo, queden grabadas.

El disco incluye también obras más conocidas y de gran complicación como los Aires Gitanos de Sarasate…
Sí, quería hacer una mezcla de obras conocidas con desconocidas, porque a veces el ser humano tiene un poco de miedo a lo desconocido, y muchas veces, a través de estos Aires Gitanos, algo más conocidos, hay quien pueda llegar a descubrir a Granados, por ejemplo. A mí, en cambio, este disco me interesaría ya solamente por la Sonata de Granados y el Poema a una Sanluqueña de Turina, que es una fantasía preciosa para violín y piano dividida en cuatro movimientos. Todos los músicos que han escuchado este disco están fascinados con esas dos obras y no pueden creer que no tengan otra posición en el repertorio. Ligar estas obras, ponerles el sello de Deutsche Grammophon, ponerles su reconocimiento… es lo mínimo que merecen.

«El repertorio violinístico español no tiene el reconocimiento que merece»

¿El proyecto es suyo o fue el sello quien se lo propuso?
Surgió de mí. De hecho es el primer proyecto en el que he trabajado ideado completamente por mí. Hasta ahora siempre había estado involucrada en otros en los que yo no era la cabeza del mismo. Con este sí. He contado con grandes apoyos como son el de DG y la Fundación BBVA y junto a ellos he podido dar este primer paso.

Sin duda es una buena carta de presentación…

Sí, la verdad es que está teniendo muy buena acogida y en nada comenzaremos la gira internacional. Eso es lo que más me gusta de haber grabado este disco: que va a ser expuesto en las mejores salas del mundo. Es algo de lo que no habían gozado estas obras. No sé en su momento, cuando se compusieron, qué pasó con ellas… Pero no en los últimos tiempos.

¿Cree que se programa poca música española? ¿Aparece poco también en las programaciones didácticas?

Sé que se está programando más y más. Se conoce muy bien el repertorio lírico, el sinfónico, el pianístico… Quizás haya aún más para descubrir, no lo sé, pero el repertorio violinístico español ha estado ignorado y no tiene el reconocimiento que merece. Estas son sólo unas obras, unas poquitas, pero hay muchas más. Por eso digo que este es el comienzo de un proyecto con el que realmente me voy a involucrar y no me voy a separar nunca. Creo que por un lado es nuestra obligación. Es nuestro deber como artistas españoles sacar nuestro patrimonio como, por ejemplo, hacen los rusos, los franceses o los alemanes. Tenemos nuestro repertorio, verdaderas joyas. No sé cuánto hay en cantidad, supongo que está por ver, pero la calidad es maravillosa, única, porque la mezcla racial y el mestizaje hace que la cultura española sea de una riqueza incomparable.

Como intérprete he encontrado particularmente interesante el hecho de que tenía colores o timbres dentro de mí que no podía usar para teñir otro repertorio porque le pertenecía al español. Hasta ahora había tocado sobre todo repertorio internacional, pero del español casi no conocía obras. De hecho, el Granados y el Turina los conocí en septiembre del año pasado cuando me los topé sin más. Nadie me había hablado de su existencia y nunca había visto programadas estas obras. Para mí es un honor intentar cambiar un poco su destino.

¿Se podría hacer más?

Realmente creo que se debería hacer más, pero también es verdad que ya hay un movimiento y que nos estamos concienciando más. Es muy liberador como artista poder tocar estas obras porque al fin y al cabo la sangre tira y yo sabía que tenía colores, matices, maneras de tocar dentro de mí que no podía usar para otro repertorio. A veces era bastante frustrante.

Un día me levanté con el gusanillo de que tenía que haber algo más y cuando encontré estas obras… No sabes la alegría que me entró. Inmediatamente me dieron ganas de grabarlas. Ya tenía la gira cerrada de la Echo Rising Star pero cambié parte de la programación para poder tocar parte de las obras que he grabado y que sirva para poder lanzar este repertorio de una forma más internacional.

«La música fue un agujero negro para mí»

Acaba de estrenar también el Concierto para violín y orquesta de Esa-Pekka Salomen en Galicia y unas semanas antes coincidió con el compositor en Madrid, ¿cómo fue la experiencia?

Ha sido muy especial, la verdad. Es una obra fascinante. Hablamos por mail porque él estaba en la otra parte del mundo, pero finalmente pudimos vernos en Madrid cuando vino para sus conciertos con Ibermúsica en septiembre. Yo acababa de recibir la partitura y me contó todo con anécdotas personales que le han marcado para esta obra. Obviamente cualquier obra tiene gran contenido personal, emotivo de la persona que lo crea, y lo bonito fue poder saber esto de él.

Es un lujo muy escaso poder hablar con el compositor porque no siempre interpretamos obras de compositores que siguen vivos, pero también lo fue poder contar con una persona que lo explicara de forma tan concisa y apasionada a la vez. Es complicado contar anécdotas personales y sensaciones de una manera tan clara a alguien a quien acabas de conocer. Admiro muchísimo también esa faceta suya.

Así es su música. Te atrapa inmediatamente. Está llena de contrastes, abruptos y dulces a la vez. Es bien extraño, una sensación distinta, única, la que se tiene interpretando esa obra.

Toca desde antes de los tres años… ¿cuándo supo que quería dedicarse a la música?

La música fue un agujero negro para mí. Vivía en Estados Unidos con mis padres por motivos laborales y fui educada en varias vertientes artísticas. Hacía ballet, pintaba, esculpía, cantaba, tocaba el piano… obviamente todo de una manera lúdica. Los instrumentos vinieron un poco más tarde, pero bueno, yo iba a muchas actividades artísticas. Poco a poco fui dejándolas y permaneció el violín como podía haber permanecido cualquier otra forma artística.

Poco a poco la música fue llenando mi vida. Es una profesión muy absorbente a la que te tienes que dedicar por completo. Ni siquiera la llamaría profesión. Es un modo de vida.

¿Siente que ha dejado algo por hacer?

No. Al revés. Ha sido una vida tan rica… No la puedo concebir de una forma más emocionante. Me considero muy afortunada por poderme dedicar a esto. Estoy muy feliz de poder dedicar mi vida a una pasión tan grande como es la música.

«Rostropovich me animó a ponerme dentro de la piel del compositor»


Es muy joven y ha trabajado con grandes maestros. Conoció muy de cerca a Rostropovich…

Sí, fue mi mentor los últimos años de su vida. Creo que entonces no era consciente del lujo que era. Disfruté muchísimo de todas las reuniones que él me dedicó tan generosamente.

¿Cómo se consigue que alguien como Rostropovich sea tu mentor?

En su día, Juventudes Musicales me presentó al maestro, toqué para él y a partir de ese momento me apadrinó directamente. En ese primer encuentro me dijo que me fuera al día siguiente a Valencia y que me llevara todo el repertorio. Me quise morir… y así sucesivamente. Él me iba llamando y me iba citando en diferentes puntos del planeta. Siempre me pedía que me preparara innumerables obras y eso era una responsabilidad tremenda. Yo me desvivía para preparar esas clases.

¿Cómo eran esas reuniones?

Rostropovich era muy generoso y pasaba horas conmigo. Tocaba para él y me detenía, me explicaba… Él tocaba muy bien el piano, no solamente el violonchelo, y tocábamos juntos. Era una especie de encuentro en el que explorábamos los límites de esas obras.

¿Qué consejos le dio?

Hay dos cosas que siempre recuerdo de él. Una es esta expresión, que al principio no entendí del todo, pero ahora sí: “Estás elegida para ser un soldado de la música”. La otra es que siempre me animó de una manera muy intensa a ponerme dentro de la piel del compositor. Al fin y al cabo, nosotros recreamos la obra y claro que se convierte en algo personal, pero el intérprete debe realmente intentar transmitir el mensaje del creador de la obra. No es que el intérprete no deba existir, pero sí se debe transformar en lo que el compositor quería. Creo que hay dos tipos de obras, unas en las que se ve que el compositor te pide que te involucres y otras en las que el intérprete debe convertirse en el compositor mientras está ejecutando esa obra. Diferenciar esto siempre ha estado muy claro para mí.

Cuando he leído libros sobre compositores siempre ha sido como vivir un deja vù ya que creo que no hay mejor manera de conocerlos que a través de su música. No creo que nadie, ni él mismo, se conociera tan bien como su música. En ella se plasma todo.

«Los intérpretes somos un prisma entre un mundo y el otro»

¿El músico debe ser muy generoso?

Sí, sí… Hay que estar constantemente pensando en que al fin y al cabo somos un prisma entre un mundo y el otro. Hacerlo es bastante fácil porque la música misma te lo dice.

Ha estado también con la orquesta Simón Bolivar…

Los ensayos eran como una fiesta, llenos de colores y sensaciones.

¿Trabajar con ellos es muy diferente a hacerlo con otras orquestas?

Sí, es diferente, pero los principios son los mismos. Lo que pasa es que ellos están viviendo un momento muy especial. En Europa hay tanta tradición musical que ya no es una novedad. Ellos están sedientos. Está la fiebre allí, en Latinoamérica. Hay mucha gente que está deseando poder enriquecerse con ella y que puede apreciarla de una manera más especial que nosotros.

Lo bonito también es que son orquestas juveniles. Recuerdo cuando trabajé, por ejemplo, con la JONDE y la verdad es que me encanta la manera de trabajar de las orquestas juveniles. Tienen una energía diferente.

«La música te palpa el cuerpo»

¿Cómo ve la situación que atraviesa la música en España?

Procuro ser positiva. Hemos logrado tanto… España ha crecido tanto en los últimos 20 años… Ha habido un progreso tan grande… Creo que hay que luchar por mantener esto. No tengo duda de que se está haciendo todo lo posible. También por parte de los músicos. Mientras todos tengamos fe y sigamos teniendo ideas innovadoras saldremos adelante. Estas crisis volverán a ocurrir porque siempre hay altibajos. Este es uno para volvernos más fuertes.

Creo que el español es una persona muy trabajadora, a pesar de cómo nos puedan ver fuera. Veo que aquí en España se trabaja mucho. Hay gente muy dedicada, muy profesional, muy preparada en todos los campos. Hay muchísimo talento. España ha dado grandes frutos y simplemente hay que saber cómo posicionarlos.

Es muy positiva…

Sí, realmente creo mucho en el espíritu español, en la creatividad… No creo que seamos como nos pintan fuera. España sí cuenta con gente preparada para solventar esta situación. Espero que contemos también con la suerte para que lleguemos a un punto en el que las cosas empiecen a mejorar.

A usted parecen gustarle los retos…

Simplemente pienso que “no hay nada imposible”. No sé si soy demasiado soñadora pero creo que cuando se lucha por algo es porque es posible.

¿Cuántas horas puede pasar tocando?

Cuando era jovencita eran muchas, muchas. Ahora ya no las cuento. Mi manera de trabajar es distinta, además. Cuando uno empieza con proyectos propios, algo muy importante para la evolución artística, conlleva no sólo estudio…. otra serie de cosas que también enriquecen.

A veces pienso que cuando comencé este proyecto no sabía por qué lo estaba haciendo. A día de hoy he comprendido que era porque estaba a la búsqueda de mis raíces. Llegó un momento en el que necesitaba descubrir de dónde venía. Tenía fe en que había otras obras. Ahora sé que hay muchas obras por descubrir del repertorio violinístico español. Es algo de lo que nunca me voy a cansar.

¿Algún proyecto más en mente?

Es muy pronto para avanzar algo… Me interesa mucho el intento de captar nuevos públicos porque la música clásica es un universo fascinante. La llamo la máquina del tiempo, porque tiene algo que no he visto en ninguna otra forma de arte: la música te palpa el cuerpo, las ondas lo hacen, y por eso te transporta a sentimientos que hasta ese momento nunca habías podido sentir.

«La música es tan grande que ni siquiera pertenece a los compositores»

¿Qué siente cuando toca?

Cada momento es diferente. Cada interpretación es distinta. La música clásica es tan grande que ni siquiera pertenece a los compositores. Es un hecho sobrenatural. Después del proceso de aprendizaje que puedas tener… lo ideal es dejarse arropar por este universo al que te transporta cada obra en concreto. Es, además, una forma más de comunicarte, de evadirte…. Una forma más de conocerte a ti mismo, de liberarte… Para mí lo es todo. Es un mundo fascinante, pero quizás [siempre refiriéndose a la música clásica] no se ha presentado de una forma atractiva.

¿Cómo se describiría?

Nunca hubiera pensado que diría esto, pero creo que camaleónica. Un intérprete tiene que ser camaleónico para adaptarse a cualquier circunstancia. Pero describirse a uno mismo es muy difícil. Sé que soy una persona muy sensible, muy luchadora, apasionada…. muy intensa. Muchos amigos me describen así precisamente, muy intensa.

A lo mejor es que para dedicarse a la música hay que ser intenso…

Algo sí, [se ríe] pero tampoco demasiado… [vuelve a hacerlo] Si no te puedes llegar a ahogar. Como todo hay que tener un equilibrio.

Leticia_Moreno_Carátula

Spanish Landscapes

Leticia Moreno

Acompañada por la pianista Ana-María Vera

Deutsche Grammophon

 

 

 

Joaquín Turina (1882-1949)
El Poema de una Sanluqueña (fantasía para violín y piano), op. 28
1. I: Ante el espejo 06:12
2. II: La canción del lunar 02:49
3. III: Alucinaciones 04:37
4. IV: El rosario en la iglesia 05:43

Manuel de Falla (1876-1946)
Suite Populaire Espagnole, de Siete canciones populares españolas (Arr. para violín y piano de Paul Kochanski)
5. I: El paño moruno 02:06
6. II: Nana 02:21
7. III: Canción 01:22
8. IV: Polo 01:17
9. V: Asturiana 02:12
10. VI: Jota 02:55

Enrique Granados (1867-1916)
11. Sonata para violín y piano, H. 127 10:30
12. Danza nº 5 Andaluza, de 12 danzas españolas, op. 37
(Arr. para violín y piano de Leticia Moreno) 03:36

Ernesto Halffter (1905-1989)
13. Sérénade a Dulcinée 05:26

M. de Falla / Fritz Kreisler (1875-1962)
14. Danse Espagnole, de La vida breve 03:55

Eduard Toldrà (1895-1962)
15. Sonetí de la Rosada, de Seis sonetos 04:19

Isaac Albéniz / F. Kreisler
16. Tango, de España, op. 165, nº 2 02:15

Pablo de Sarasate (1844-1908)
17. Zigeunerweisen (Aires gitanos), op. 20 08:02

Federico García Lorca (1898-1936)
18. Nana de Sevilla, de Canciones españolas antiguas
(Arr. para violín y piano de Leticia Moreno) 04:00