El concierto que este domingo 5 de mayo de Rosa Torres-Pardo y el Cuarteto Bretón es el resultado de un proceso elaborado con precisión y cariño. La formación y la solista decidieron reunirse hace ya algún tiempo para interpretar los casi desconocidos quintetos del Padre Soler. Gracias a su labor de reunión de estas obras y de su análisis de la mejor ejecución de las mismas han logrado una interpretación llena de sustancia y profesionalidad, que nos llega además como documento histórico en forma de CD.

«Estamos muy contentos con el resultado y con la oportunidad de ofrecer nuestra versión de una obra magnífica. Obra que esperamos ofrezca la ocasión de enamorar y convencer a todo tipo de público. Este proyecto no hubiera sido posible sin el apoyo que hemos recibido de la Fundación BBVA que ha sido fundamental y definitivo para la grabación de este CD», confiesan.

El Padre Soler

Antonio Soler (Olot, 1729-San Lorenzo de El Escorial, 1783), discípulo, entre otros, de Domenico Scarlatti y de José de Nebra, es una de las figuras musicales más relevantes del siglo XVIII y, a pesar de ser español, un gran desconocido en nuestro país. En sus quintetos hay una clara afinidad con la estética más moderna de su tiempo, ya que Soler fue un verdadero clásico como también lo fueron Haydn y Mozart, compositores con los que guarda evidentes puntos de contacto.

Aunque el Padre Soler, como ha pasado a ser conocido, escribió mucha música vocal sacra (también profana, pues es autor de música incidental para obras de la importancia de La hija del aire de Calderón), su relevancia le viene dada por la aportación a la música instrumental. Fue un virtuoso del teclado, para el que compuso más de 130 sonatas, que presentan un sello personalísimo por la brevedad de sus periodos y el número de motivos, así como por el casticismo que ofrecen determinados ritmos y melodías. Además de las sonatas para tecla, nos ha legado una colección original de conciertos para dos órganos.

El padre Soler fue además de intérprete, compositor. A lo largo de su vida supo combinar perfectamente su papel de profesor de música de los infantes, maestro de capilla, monje, teórico o intérprete con su afán creador.

 

Entrevista a Rosa Torres-Pardo

«Siento una enorme curiosidad por ahondar en el gran hombre y compositor que fue Antonio Soler»

Rosa Torres-Pardo (Foto: McFarland)

¿Cómo surgió la idea de recuperación de estos quintetos del Padre Soler?

Hacía mucho tiempo que deseaba tocar la música de este compositor, especialmente sus sonatas, sin embargo, fue cuando me junté con el Cuarteto Bretón cuando surgió la idea de los seis quintetos. Acabábamos de hacer el Quinteto de Dvořák en el festival de música que organizo con Eduardo Arroyo en Robles de Laciana (León), y al buscar repertorio español para música de cámara recordé que había unos quintetos que apenas se oían -por no decir que no se tocaban nunca- y quedamos en ir investigando cada uno por nuestra cuenta. Pasados unos días, por casualidad, en el descanso de un concierto me encontré con Rafael Pardo, presidente de la Fundación BBVA, al que le hablé del proyecto. Ese encuentro fue decisivo en el comienzo de esta aventura, que acabó en un CD.

¿Por qué son tan difíciles estos quintetos?

Realmente no son más difíciles que cualquier otro trabajo de cámara y no hay ninguno que sea fácil. Es una obra que hay que tocar con delicadeza porque es muy importante el control del sonido, de modo que el conjunto quede equilibrado. Estos quintetos suponen, para la época que vivió Soler, toda una innovación al añadir un instrumento de tecla al grupo de cuerda.

¿Cómo ha sido trabajar con el Cuarteto Bretón?

Además de ser profesionales somos amigos, por lo que el ambiente ha sido perfecto para trabajar juntos. Hemos podido combinar la seriedad con la risa, lo que siempre hace mas agradable el trabajo. 

¿Cómo describiría estas obras?

Se trata de una música en transición del barroco al clásico, que combina lo mejor de ambos estilos. Del barroco aporta aquellos adornos que dan tanto encanto y magia a su música, y del clásico, el tono galante además de la brillantez. Combina bellísimas melodías con pasajes de mucho brío. El Padre Soler compuso mucha música religiosa, sin embargo, los quintetos no tienen nada de ese carácter.

¿Qué más destacaría de él?

Es más interesante cuanto más se sabe de él. Sabemos que se formó en la Escolanía de Montserrat, que fue monje Jerónimo en el Monasterio de El Escorial, que tuvo relación con la corte de Carlos III y que tuvo una crisis de fe por la que quiso dejar los hábitos pero no le fue permitido por el prior del monasterio. Fue un innovador, inventor e intelectual. Por su celda pasaron, entre otros, músicos y artistas como Boccherinni, Scarlatti e incluso Francisco de Goya, que tocaba la guitarra. Estas visitas fueron motivo de algún disgusto con el padre prior.

Al final escogieron instrumentos de hoy…

Sí, adaptándolos a un determinado sonido. Le hemos dado muchas vueltas, hemos tocado con arcos barrocos y probado el cémbalo para llegar a la conclusión -personal- de que los instrumentos modernos tienen una gama dinámica de sonido mayor, de ahí nuestra elección.

¿Cree que todavía el Padre Soler es un gran desconocido para el gran público?

Es increíble lo poco que cuidamos nuestro patrimonio cultural. Ni siquiera hay una edición de las partituras con sus ‘particellas’ para cada instrumento por separado. Solo una partitura general en edición de Roberto Gerhard de 1933 y un facsímil del manustrito por una editorial francesa. Los CD no se encuentran, a excepción de uno que encargué por internet a Estados Unidos con instrumentos barrocos y clave.

¿Qué ha descubierto con estas obras?

Una música de gran altura e inspiración y una enorme curiosidad por ahondar en el gran hombre y compositor que fue Antonio Soler, en la gente que le rodeó y la época que le tocó vivir.