En esta exposición se pueden ver piezas inéditas y otras obras que repasan las etapas creativas de este artista polifacético. Arroyo invita a viajar al espectador a un mundo fantástico, a través de las figuras y rostros inquietantes de sus personajes ligados a la historia y naturaleza del entorno desde el que se ha extraído la materia prima o bien ha sido creada la pieza.

«La naturaleza te condiciona, me introduce en un mundo mitológico», dice el artista madrileño de su trabajo en la escultura, en la que para algunas piezas se ha inspirado en las montañas de la comarca de Lacina (León), donde residió durante periodos de su adolescencia y juventud.

Materia prima

De esta forma, el artista concede a la materia prima todo el protagonismo de su obra, como fuente inspiradora y parte fundamental en el resultado final.

En total, la exposición incluye más de setenta piezas que abarcan casi cuatro décadas de su trabajo y muestran su evolución desde una perspectiva única. Además se pueden ver esculturas inéditas como Unicornio, 2009; Tatuaje, 2005; Fantomas, 2007 o Waldorf Astoria, 2012.

De un mundo irreal

El artista saca a la luz personajes, reales o inventados, que forman parte de la mitología o bien históricos (La maja desnuda, 1987) que parecen sacados de un mundo irreal, pero que son reconocibles a través de sus inquietantes rostros o rasgos. Realizados en piedra, bronce, madera, plomo o hierro, otra particularidad de su trabajo en la escultura es su tamaño y considerable peso.

Arroyo obtuvo en 1982 el Premio Nacional de Artes Plásticas y en 1995, junto con el escultor Andreu Alfaro, representó a España en la 46 Bienal de Venecia. Vive y trabaja actualmente entre Madrid y París.

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