“Detente, instante, ¡eres tan bello!”. Es la célebre frase del Fausto de Goethe a la que hace referencia el título de la exposición. La escultura representa ese instante, apresado en la quietud de la forma. Como explica Bernardí Roig, “ese instante es blanco porque la luz detenida se ha coagulado. Es entonces cuando podemos afirmar que el ojo se ha sumergido en un vaso de leche. Un gigantesco vaso de leche en el que los significados todavía no han copulado”.

El trabajo de Roig ha estado siempre vinculado a la poética de los espacios y ha establecido un tenso diálogo con la memoria de las imágenes. El museo es la casa de la memoria, el lugar donde se sedimentan las imágenes que han formado, en otra época, el imaginario colectivo de una cultura. Estas mismas imágenes, alteradas y recodificadas por el artista, desordenan microfragmentos de la memoria, ofreciéndonos una nueva lectura del espacio, una nueva percepción de las imágenes que pensamos asentadas en nuestra memoria.

Develamiento-revelación

Instante blanco es una exposición concebida expresamente por Roig para el Museo Nacional de Escultura, completando con ella una trilogía que le ha llevado a enfrentarse a las colecciones de otros dos museos: el Ianchelevici en La Louvière (Bélgica) y el Museo Lázaro Galdiano en Madrid.

La intervención de Roig es mínima y del todo respetuosa con el escenario, pero propone un juego de develamiento-revelación que obliga a tomar senderos inusuales.

Esta muestra ha sido organizada por la Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes y el Museo Nacional de Escultura.