Marín comenzó a publicar sus fotografías en la prensa a partir de 1908. Está considerado como uno de los padres del periodismo gráfico, aquella generación de fotógrafos que revolucionaron el oficio al salir del estudio para recorrer las calles y captar los sucesos con su cámara.
Durante treinta años, Marín desarrolló una extraordinaria actividad publicando más de mil fotos por año sólo en un periódico, Informaciones, a lo que hay que añadir sus colaboraciones en todas las revistas gráficas de la época, además de sus reportajes para la elaboración de postales y sus fotografías aéreas. Su último trabajo fue fotografiar la Guerra Civil desde el Madrid sitiado. Tras el año 1939, las fotografías de Marín desaparecieron de los periódicos y su trabajo quedó, como el de muchos de sus compañeros, relegado al olvido.
Extraordinaria actividad
La importancia de Marín es constatable al comprobar la magnífica calidad estética de sus fotografías, pero hay mucho más, el autor no se limita al reportaje de los acontecimientos noticiosos, aplica una visión de documental que permite, casi un siglo después, recomponer la sociedad española de comienzos del siglo XX a través de los personajes del momento (la Familia Real, bodas de familias conocidas), de la vida política (apertura de las Cortes, entierro de Pablo Iglesias, retratos de personalidades), de los nuevos artefactos que habían de adquirir una gran importancia en el futuro (la aviación, las motos, los automóviles), de los sucesos dramáticos (asesinato de los jefes de Gobierno Canalejas y Eduardo Dato), de la aparición de las modernas industrias (la instalación de Telefónica), de la tragedia nacional (la guerra civil), de los deportes, fiestas populares, etc.
Marín es un fotógrafo singular, en sus fotos se puede encontrar un número amplio de objetivos e intenciones. Como reportero da testimonio fiel del mundo que retrata, pero añade siempre un dato, un gesto, un complemento que conducen al encuadre de los grandes pintores. Bastará un solo ejemplo: cómo no pensar en los cuadros de interiores de la pintura flamenca al contemplar el retrato de Raquel Meller.
La importancia de un archivo
La importancia del archivo de Marín es constatable tanto por la variedad de contenidos de sus imágenes como por la magnífica calidad estética de sus fotografías. Amante de los avances tecnológicos y con una personalidad vital y entusiasta, Marín parece estar en todos los sitios. En coche, en moto o en avión, fue capaz de cubrir uno tras otro los acontecimientos más relevantes de su tiempo.
La recuperación del fondo fotográfico de Marín es un relevante acontecimiento artístico e histórico que se debe a la conservación y el cuidado de su viuda y, posteriormente, de la hija del artista: Lucía Ramón Plá.
Legado a la Fundación Pablo Iglesias, el archivo está compuesto por 18.296 fotografías, la gran mayoría negativos en placas de vidrio y, en menor cantidad, en negativos flexibles. El propio Marín comprendió que su producción poseía una importancia intrínseca, pues desde el comienzo tuvo el esmero de datar y anotar cada negativo, una información de gran relevancia para interpretar hoy día las escenas que captó con su cámara.
Tras un delicado y laborioso proceso de restauración y digitalización de las obras, Marín se presenta de nuevo al público en una primera exposición en 2003. Años más tarde, mediante un convenio de colaboración con el Instituto Cervantes, se seleccionan 67 piezas para ser presentadas en Europa, donde ha pasado durante dos años por diversas capitales y actualmente itinera por España.
Esta muestra es una producción de la Fundación Pablo Iglesias, depositaria de los fondos, en colaboración con el Instituto Cervantes.