En la segunda mitad del siglo XX, en Italia emerge una generación de artistas influidos por el cuestionamiento de la naturaleza de la obra de arte de Piero Manzoni o por la rupturista concepción de lo espacial de Lucio Fontana. Estos artistas, agrupados bajo el apelativo de arte povera, recurren a materiales sencillos y cotidianos para llevar a cabo sus obras.

Entre estos artistas se encontraba Luciano Fabro, que contribuyó a expandir y redefinir los límites de la escultura, que él concebía como un instrumento de comprensión del espacio. «Fabro va más allá de los géneros artísticos porque en su obra la pintura, la arquitectura, la escultura, el dibujo…, van a convertir y a definir nuevas posibilidades para la obra de arte», asegura João Fernandes, comisario de la muestra, que ha contado con la colaboración de Silvia Fabro, hija del artista.

Nuevos caminos

Esta exposición antológica, la primera que se realiza tras su fallecimiento, pretende mostrar la audacia, solidez y complejidad de la obra de Fabro. Una obra que es fundamental para comprender los nuevos caminos que ha explorado la escultura contemporánea.

En ella se pueden ver algunos de los trabajos más destacados del escultor, como la serie Italias, iniciada en 1968, con las que explora el contorno cartográfico de la célebre «bota» de su país a través de su asociación con una gran diversidad de materiales y creación de metáforas de la situación cultural y política italiana, desde finales de los 60 hasta principios del siglo XXI. Como Fernandes explica, «Fabro siempre se ha fijado en la historia de su tiempo».

El conjunto de los Piedi (1968-2000) también tiene un lugar importante en la exposición. Son pies monumentales que hablan de la relación entre el objeto y la arquitectura, el pedestal y la escultura, ya que son obras que carecen de todo eje o andamiaje, que están realizados en materiales nobles y rematados por unos pantalones de colores de más de tres metros de altura.

También tienen un hueco los primeros ejercicios de reflexión sobre la transparencia, como Impronta o Mezzo Specchiato e Mezzo Trasparente y Tutto Trasparente; su escultura yacente Lo Spirato (1972); los Attaccapanni di Napoli (1976-1977); Prometeo (1986), una de las piezas centrales de la antología, centrada en la catástrofe de Chernóbil; y 10 esculturas de finales de los 80 llamadas Computer, que dan paso a la última etapa creativa de Fabro; entre otros trabajos.

Creador incansable

Luciano Fabro (Turín, 1936 – Milán, 2007) escultor y escritor italiano. Como artista nació en la década de los 60 en Milán, un poco antes de que el movimiento povera viera la luz. Aunque se le identificó con este estilo artístico, Fabro se apresuró a negar dicha filiación alegando que, en realidad, el arte povera nunca existió como un movimiento.

La dificultad de abordar su trabajo estriba en la diversidad de estilos, formas, materiales e intenciones con las que trabaja. Según la época, su obra podrá considerarse minimalista, artesanal, dadaísta, narrativa, barroca, clásica e incluso pintoresca y posmoderna. Pese a ello, Fabro sostuvo que en todo lo que hizo subyacía una coherencia que podría adscribirse a su ‘identidad’, concepto clave de su proceso creativo.