Desde hace más de seis años, Guzmán está directamente involucrado con la cultura saharaui. Todo empezó en los Encuentros Internacionales de Arte y Derechos Humanos del Sahara Occidental, Artifariti, de 2008, «conocer al pueblo saharaui, conocer sus valores de resistencia, de generosidad, de alegría, me ha aportado muchísimo», confiesa el artista. Toda esta experiencia le ha llevado a poner en marcha Tuiza, una jaima beduina construida con los melhfas (vestidos tradicionales) de las mujeres saharauis, que ellas mismas han pintado y teñido.

Los melhfas están colocados en los laterales y para el techo de la instalación textil se han utilizado benias, un tejido acrílico fino, aunque resistente y siempre decorado con motivos geométricos multicolores normalmente procedente de Mauritania. El resultado final es una gran pintura traslúcida vista desde el exterior, mientras que en el interior el visitante se verá envuelto de un espacio que evoca al descanso y a la reunión, con cojines, alfombras de rezo, un baúl beduino, juegos de té, incienso, puffs y asientos forrados de brocado.

Diseñada en colaboración con la arquitecta Charo Escobar, la jaima convierte el Palacio de Cristal en un lugar de reunión e intercambio cultural, con especial protagonismo para la tradición oral e inmaterial. Dentro del Palacio se funden dos formas de afrontar una construcción y dos periodos históricos distintos, por un lado el popular y nómada que aboga por la igualdad de culturas; y por otro, el de la construcción de hierro y vidrio de finales del siglo XIX, época de utopías y de desigualdades sociales.

Colaboración

La idea surgió en la cabeza de Guzmán tras escuchar el relato de una poetisa saharaui. Esta le contó que «los saharauis tuvieron que dejar su tierra hacia el exilio, perseguidos y bombardeados. Salieron de sus casas con lo puesto. Cuando las mujeres encontraban un árbol en el desierto ataban sus vestidos a las ramas y así daban sombra a su familia. Esta imagen me impactó muchísimo porque representa la protección, la profunda humanidad de la mujer protegiendo a su familia», rememora el artista.

El nombre dado a la jaima, Tuiza, significa en hassanía (dialecto árabe del noroeste del Magreb) trabajo solidario colectivo y hace referencia a reunirse, participar y construir algo entre todos, «es la solidaridad entre mujeres que se reúnen, por ejemplo, para remendar o construir una jaima, como en este caso, para preparar una festividad, como una boda, cuando se esquilan las ovejas…». Es un nombre muy apropiado «porque el proyecto ha sido una conversación, una colaboración entre las mujeres saharauis, las arquitectas andaluzas que han diseñado la jaima y también entre todos los poetas, músicos y conferenciantes que van a pasar por aquí durante los próximos cuatro meses», destaca Guzmán.