Alex Katz, aquí y ahora muestra las diferentes etapas en las que el artista ha cultivado este género, abarcando desde creaciones de los años 80 hasta sus últimas pinturas de paisajes monumentales, realizadas en la actualidad. En ella se revela el virtuoso control que tiene Katz de los materiales, así como el poder y la claridad de su visión. Cargadas de la poesía elegíaca de la inmediatez, sus obras pretenden que el visitante medite sobre la confluencia entre la percepción y la conciencia, la relación entre arte y naturaleza, y la noción de lo sublime en la actualidad.

Sus paisajes recientes constituyen la cumbre de un estilo depurado, en el que se encarna el potencial del arte contemporáneo para aprehender la grandeza en el presente; hablan de la condición de ser, en este tiempo en el que el flujo incesante de imágenes que preside nuestras vidas nos lleva con frecuencia a desconectarnos de las circunstancias de la vida, de esa realidad que retrata Alex Katz.

Simplicidad

El paisaje de Maine ha sido una piedra angular en el arte de Katz desde 1949, así como la disciplina de la pintura del natural, que estudió allí durante los meses de verano y le llevó a pintar en exteriores durante los meses de otoño, invierno y primavera en Manhattan. Más que representar imágenes de una manera fiel, a Katz le interesa capturar el instante de la percepción en la pintura. Este momento, que es como un flash explosivo antes de que la imagen se enfoque, es lo que denomina el tiempo presente.

La simplicidad de las formas es fundamental para esta noción del momento presente. Los contornos de sus líneas y la yuxtaposición de las formas son precisos y deliberados, resultado de ampliar y modificar las composiciones varias veces en el estudio. Al refinar y calibrar la composición original durante meses, Katz consigue una imagen directa, abreviada y condensada.

Sin embargo, el artista afirma que su estilo tiene sus raíces en la abstracción. De hecho, sus pinturas se caracterizan por presentar composiciones integrales que en un primer momento pueden parecer espontáneas, y recuerdan obras del estilo pictórico gestual que se asocia a artistas como Jackson Pollock. No obstante, Katz determina su composición de antemano, permitiéndose la libertad de utilizar la pintura de forma rápida y física en busca de ese tiempo presente.

Pinturas de flores

El artista describía sus pinturas de flores como una extensión de las escenas de fiestas que pintaba a menudo. Decía que las flores son volúmenes superpuestos, como las figuras que se solapan a medida que se avanza en el espacio pictórico de su obra. De hecho, los temas fundamentales de sus paisajes son la forma, la superficie, el espacio y la luz, tal y como se funden en la naturaleza.

En esos paisajes se aprecia un movimiento dinámico, similar a una danza, que invita al observador a acompasarse con él de acuerdo a su pensamiento y a su estado emocional. La luz y la forma aportan una inesperada síncopa de movimiento por la superficie de sus pinturas de flores. Por otro lado, las obras de la serie Arroyo negro varían en escala, desde lo pequeño e íntimo hasta lo monumental y envolvente. Muchas obras de la serie muestran el reflejo recortado del paisaje en la superficie del arroyo, donde queda invertida su imagen.

Otras pinturas de Katz son El sueño de mi madre, que consta de cuatro vistas de la misma escena en momentos diferentes del crepúsculo; y las obras Atardecer y Crepúsculo, cubiertas ambas de negro y salpicadas con un rojo feroz y turquesa, respectivamente, que ejemplifican su extraordinario manejo de las relaciones de color.