Esta muestra configura la segunda parte del proyecto Sólo el corazón tiene la sequedad de la piedra, en el que la artista viene trabajando en los últimos cuatro años y del cual presentó hace un año su parte primera, bajo el título La Piel del mar, en el Museo Patio Herreriano de Valladolid.

El proyecto global toma como punto de partida uno de los versos del poema Serán ceniza de José Ángel Valente, con el cual inicia una serie de esculturas sobre cerámica en las que la piedra es el objeto que se toma como referente, proyectando parte de la fortaleza y fragilidad del ser humano. La sequedad de la piedra y su dureza ponen en cuestión la sequedad del corazón en el transitar de la vida, así como su dureza o fragilidad. Piedras que rompen por la fragilidad del barro se muestran silentes con su estática presencia y su aparente fortaleza, aún a pesar de su fractura.

Al igual que el ser humano, estas piedras no están exentas de huellas, muy al contrario, muestran todas las marcas de su rodar por los caminos. Huellas que se han quedado grabadas y huellas que impregnan e imprimen su recuerdo en otros, en un continuo e infinito desarrollo, que es el que ha impregnado de huellas el estudio, papeles, telas, el barro y la vida de Concha García durante estos cuatro años.

Transitar por la vida

Es este transitar por la vida con la mirada fija sobre una inestable línea, pero a la vez confirmándose mucho más segura esa línea vacilante que el caminar sobre tierra firme, la que describe Jean Genet en su relato (El Funámbuno): «…La Muerte –la Muerte de la que te hablo– no es la que seguirá a tu caída, sino aquella que precede tu aparición sobre el alambre. Es antes de subir a él que mueres…Es entonces cuando tu precisión será perfecta. Como ya nada más te atará al suelo podrás bajar sin caer. Pero asegúrate de morir antes de aparecer, y que sea un muerto quien baila sobre el alambre».

En la muestra, Concha García presenta el audiovisual –La travesía del funámbulo–  realizado con una estructura de seis capítulos breves (a modo de pequeñas narraciones) y sin más pretensiones que la necesidad de incorporar el relato del proyecto como haría cualquier narrador literario en su cuaderno de apuntes. En ellos, unos personajes deambulan por la naturaleza lineal del paisaje, encapsuladas sus cabezas bajo una luminosa capa de oro. La piedra y el papel son los protagonistas de la muestra. Materias duras y frágiles, soportes de la escritura ambos son siempre conservadores de la memoria. La huella y la impresión, la huella como registro de la memoria son aquí también elementos protagonistas.

….»Fausto ha recorrido el camino suficiente como para advertir que su escepticismo está plenamente justificado. En este tiempo, definitivamente demolida la paternal silueta del Dios Artista, ha aprendido a observar con inquietud los infinitos escombros a los que ha sido reducida su obra. También ha aprendido a burlarse de los esfuerzos que, entre tales escombros, ha hecho el hombre para disfrazarse de dios…

Fausto es la simulación del hombre moderno, porque, con él, inventa el infierno moderno.

…a las alturas que se ha visto colocado, al funámbulo ya no le es posible regirse por el bien o el mal… Su única posibilidad de supervivencia es avanzar. Seguir siempre avanzando…

El funámbulo cae inevitablemente cuando, en plena travesía, se detiene en un punto determinado de la cuerda».

Rafael Argullol