Carmen cdn2Cuando Johan Inger recibió el encargo de la CND de montar una nueva versión de Carmen, siendo él sueco y ésta una obra con un marcado carácter español, se encontró ante un enorme reto, pero también una gran oportunidad. Su aproximación a este mito universal tendría que aportar algo nuevo. Para ello, Inger decidió centrarse en el tema de la violencia, aproximándose a ella a través de una mirada pura y no contaminada: la de un niño.

Partiendo de este enfoque, Inger crea un personaje que propicia que seamos testigos de todo lo que pasa, a través de sus ojos inocentes, a la vez que contemplamos su propia transformación. “Hay en este personaje un cierto misterio, podría ser un niño cualquiera, podría ser el Don José de niño, podría ser la joven Michaela, o el hijo nonato de Carmen y José. Incluso podríamos ser nosotros, con nuestra primitiva bondad herida por una experiencia con la violencia que, aunque breve, hubiera influido negativamente en nuestras vidas”, en palabras del coreógrafo.

Sobriedad y sencillez

Las pautas marcadas por Inger fueron la sobriedad, atemporalidad, contemporaneidad y un sutil acercamiento a la década de los 60, todo ello visto desde la simbología y la metáfora. El espacio escénico está definido por la sencillez y rotundidad de las formas. Se busca la asociación de atmósferas mediante la reinterpretación de la novela original, evitándose cualquier tipo de estética costumbrista. Sevilla es un lugar cualquiera, la fábrica de tabacos es cualquier industria y los montes de Ronda representan un estado de ánimo al límite, que traducido al espacio se refleja como suburbios, ámbitos oscuros, escondidos o inseguros.

Para crear estas atmósferas se han utilizado tres materiales, el hormigón, el espejo y un onduline negro, y surge de una forma, el triángulo equilátero que representa de manera instintiva y por asociación al universo de la obra. Tres es el número que rompe la baraja, tres el que provoca los celos, tres el que finalmente desemboca en la violencia. La escenografía se sintetiza en nueve prismas móviles con tres caras diferentes cada uno, conducidos por los bailarines a través de la coreografía, y con los que se van articulando los diferentes espacios.

  • Jueves, viernes y sábado a las 20.30 h.