En esta ocasión, Díaz hace uso del término Motorik (psicomotricidad), palabra popularizada por la crítica musical para referirse a un ostinato rítmico utilizado por bandas de género krautrock en Alemania Occidental a finales de los años sesenta. El término hace alusión a la repetitiva aunque fluida sensación del ritmo, que ha sido comparada con la experiencia de conducir en una autopista.

Con una perspectiva local, sin caer en una dinámica kitsch, la obra de este pintor nos habla sobre los compases diarios y la rutina, así como del ritmo y el ambiente de la ciudad en la que vive, Madrid. Una deriva de cotidianidad sobresaturada (en oposición al recorrido flaneurista), física y virtual, de mecánica futurista, propia de la ciudad tecnológica: el asfalto, la señalética, los neones, la espeleología urbana o las repeticiones estroboscópicas propias de los clubes. La improvisación, mediante gestos y barridos, construye una mecánica que presenta múltiples realidades solapadas en un espacio-tiempo, una construcción de abstracciones llena de ecos y voces.

Desde cerca

Los cuadros mantienen una confrontación con la idea de imagen, dificultando la acepción del signo. Prevalece la “impureza” de la pintura sobre el orden de la representación. Quizá por ello, la distancia que el artista mantiene en su ejercicio respecto al lienzo sea tan próxima, renegando de la vista de pájaro. Su enfoque reside en los muros con los que topa una y otra vez, como ocurre en los videojuegos o en los bucles musicales: un laberinto en primera persona. Laberintos que Díaz titula, no para designar o describir, sino para orientar, haciendo alusión a la repetición desde la estandarización (Unisex), desde la idiosincrasia española (Deprisa, deprisa, HK x 3) o desde el mundo virtual (Infinite Run, ↑↓→).

José Díaz es licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid. Entre 2007 y 2008 residió en Berlín, donde continuó sus estudios mediante una Beca Leonardo. Ha participado en exposiciones institucionales como Retroalimentación en el Centro de Arte Joven de la Comunidad de Madrid (2014), Sin motivo aparente en el CA2M (2013), en la exposición Iceberg en Matadero (2012) y en Inéditos de La Casa Encendida (2012). Su trabajo se ha expuesto individualmente en la Galería Louis 21 de Palma de Mallorca (2013) y en José Robles (2011). Complementa su actividad artística con proyectos colectivos como Autoplacer, dedicado a la difusión de música, y Poderes Unidos, colectivo artístico dedicado a la ciencia, la seudociencia y otras formas de conocimiento.