Katz nació en Buenos Aires en 1938. Fue ahí donde comenzó, en los años 50, sus investigaciones sobre las culturas indígenas y donde nacieron sus primeras obras. Tras un extenso recorrido por América del Sur y Central cuando era un joven poeta, se instaló en Nueva York a mediados de la década de 1960, donde permaneció 40 años, para regresar después a su ciudad natal, donde reside actualmente.

Con un proyecto expositivo original de Berta Sichel para Bureau Phi Art, la exposición se estructura por grupos de trabajos relacionados conceptualmente, conformando un registro visual de la obra del artista, basado en su conexión con la historia latinoamericana y el mundo cultural neoyorquino, los dos lugares y escenarios que componen su universo personal y artístico.

La muestra es una inmersión multimedia en cuatro décadas de su producción. Un ensayo visual de la conexión del artista con la antropología, la historia y la literatura desde diversos acercamientos conceptuales. En su obra, uno de los intereses más destacados es la cultura Maya. La aparente simplicidad en las imágenes de la Luna en películas como Tomas Lunares o La ventana de Judas, entre otras, y también en la serie fotográfica El Alfabeto lunar, por ejemplo, están implícitamente relacionadas con esta cultura, ya que existía una íntima conexión entre nuestro satélite y algunos de sus mitos.

El rastro de la gaviota incluye algunas de sus obras más conocidas, como Proyecto Catherwood, reconstrucción fotográfica de las expediciones realizadas en la década de 1850 por John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood a los territorios mayas de América Central y México; El día que me quieras, una investigación cinematográfica en torno a la captura y asesinato del Che; o el filme y las fotos de Paradox, abordando la arqueología de América Central y las plantaciones de banana de la United Fruit Company en Honduras y Guatemala.

El título de la exposición proviene de la obra que la cierra, El rastro de la gaviota (1982), un segmento del primer largometraje de Leandro Katz, El espejo sobre la luna, descrita como “un acertijo metafísico” en el que se mezclan la memoria y la fantasía.

No es la primera vez que este artista y poeta argentino expone en nuestro país, ya que ha participado en varias muestras significativas para la historia del arte contemporáneo en España, entre otras los Encuentros de Pamplona (1972) y Américas, en el Monasterio de Santa Clara (Moguer, 1992).