La muestra, que incluye dos excepcionales autorretratos del artista y una cuidada selección de publicaciones gráficas de la época, se centra exclusivamente en la presencia de la fotografía en la vida de Sorolla y en la variedad e importancia de sus retratos menos conocidos, partiendo de su propia importancia fotográfica y en su calidad como testimonio y fuente de memoria de la vida íntima y pública del artista.

Como asegura Consuelo Luca de Tena, directora del Museo, «el comisario ha realizado el discurso expositivo basándose en la calidad de las fotografías y en reunir las imágenes de los fotógrafos más importantes con los que Sorolla trató, de manera que es el criterio de calidad el que predomina».

Se trata de una muestra eminentemente fotográfica, que acerca al visitante a la figura del valenciano y, a la vez, constituye un capítulo importante de la historia de la fotografía española. La muestra pretende convertirse en un trabajo canónico sobre la relación entre Sorolla y los fotógrafos, entre el pintor y la fotografía, un lenguaje muy próximo a su evolución personal y artística, desde su etapa de formación con Antonio García hasta su época de madurez.

Pintura y fotografía

La fotografía tuvo una gran importancia en la vida de Sorolla. En un tiempo en el que el lenguaje fotográfico no estaba extendido, el pintor se mostró siempre atento a su evolución, como muestra su cercanía personal y profesional con fotógrafos de la talla de su suegro, Antonio García, el gran patriarca de la fotografía valenciana, y con el danés Christian Franzen, el retratista y reportero más importante de la España de la Restauración y la Regencia.

A ambos los tiene retratados el pintor, en dos pinturas que representan un homenaje entre la pintura y la fotografía. Conocida también es su relación con el salmantino Venancio Gombau, el soriano Rioja de Pablo y los jerezanos José Demaría López (Campúa) y Diego González Ragel. De ellos se conservan valiosos retratos del maestro, tanto en el Museo Sorolla como en los propios archivos de negativos de estos excelentes profesionales.

Pero también tuvo una relación cercana con algunos de los grandes fotógrafos norteamericanos de su tiempo, como W.A. Cooper, Williams M. Hollinger, Harris and Ewing, Gertrude Käsebier y Sebastian Cruset, tras los viajes realizados a Estados Unidos, con motivo de sus exposiciones de 1909. Sorolla fue objetivo de estos fotógrafos, que capturaron sus momentos de trabajo, entre las personas de su cercanía familiar y afectiva, y en todos los lances relevantes de su vida.

Legado fotográfico

Desde el final del siglo XIX, en que comienzan a aparecer sus retratos en Madrid Cómico o La Ilustración Española y Americana, hasta la apoteosis de su popularidad en las dos primeras décadas del siglo XX, el pintor fue protagonista de centenares de reportajes fotográficos aparecidos en las más prestigiosas publicaciones ilustradas.

La exposición parte en buena medida, de los recientes descubrimientos de los fondos de fotografía originales de semanarios y revistas de la importancia de Blanco y Negro, Actualidades, Nuevos Mundo, Mundo Gráfico, La Hormiga de Oro, Crónica, Estampa, ABC y Ahora.

El interés de Sorolla por el trabajo de los fotógrafos explicaría la cuidada conservación de su legado fotográfico. Este legado ha permitido al gran público asomarse a los momentos más relevantes de la biografía del pintor. La exposición reúne 61 copias digitales que ofrecen, además, una visión de la evolución del retrato de galería propio de los primeros años de la fotografía, desde la tarjeta de visita hasta los grandes formatos propios de los días que presenciaron el tránsito entre los siglos XIX y XX. Estas imágenes resultan indispensables para acercarse al desarrollo del reportaje fotográfico español, propiciado por la madurez de la prensa ilustrada.