Comisariada por Consuelo Luca de Tena, directora del Museo Sorolla, con el co-comisariado de María López y Ana Luengo, la exposición está integrada por más de 120 obras entre óleos, bocetos, dibujos, esculturas, azulejos y fotografías procedentes en su mayor parte del Museo Sorolla, pero también de otras colecciones como las de la Fundación Bancaja, Museo de Bellas Artes de Valencia, Ayuntamiento de Valencia, Museo Carmen Thyssen de Málaga, Hispanic Society of America así como colecciones particulares.

Sorolla. Un jardín para pintar relata también cómo el pintor concibió el jardín de su casa de Madrid como un espacio para la belleza, el deleite sensorial y la creación pictórica y la influencia que ejercieron en su obra los patios y jardines en los Reales Alcázares de Sevilla y de la Alhambra de Granada. Además ofrece al visitante la oportunidad de conocer cómo reflejó en su pintura los jardines valencianos.

Un sueño

Uno de los grandes sueños de la vida del pintor valenciano fue unir en un solo espacio su estudio y su casa, su pintura y su familia, todo ello amparado por un bello jardín. El actual Museo Sorolla de Madrid es la culminación de ese sueño, y su jardín constituye una de las obras maestras más importantes del artista. Así, la exposición presenta cómo éste concibió su jardín de artista en su casa madrileña.

Sus lienzos de patios y jardines en los Reales Alcázares de Sevilla y en la Alhambra de Granada le enseñaban a mirar y a comprender el jardín español, conforme iba concretando su propio espacio. Esta lección le permitía plasmar en su casa aquellas soluciones que sentía más satisfactorias para su propia pintura, trasplantando a su jardín las composiciones, perspectivas, motivos, elementos, colores, sonidos y olores que amaba en sus lienzos. Así fue creando un refugio a la medida de sus pinceles, un paraíso personal que recrear en sus últimas y esenciales pinturas.

La lección de los patios y jardines andaluces resultará crucial para la configuración del jardín que Sorolla crea en su casa de Madrid. No solo copia algunos rincones concretos de los jardines sevillanos y granadinos que tan bien conoce, sino que, además, traslada a su jardín fuentes, azulejos, columnas, estatuas, árboles frutales y plantas ornamentales apasionadamente buscadas y traídas desde Andalucía.

Pintor maduro

La muestra presenta a un Sorolla maduro, que a lo largo de sus últimos años, en medio de los esfuerzos que le exige la realización del gran encargo de los murales de Visión de España para la Hispanic Society de Nueva York, encuentra el tiempo para pensar un jardín, trazarlo, plantarlo y cultivarlo, y sentarse por fin a disfrutarlo pintándolo, pues para él descansar y gozar eran lo mismo que pintar.

Pero también se quiere llamar la atención sobre los aspectos específicamente botánicos del jardín, que son los que le prestan todo aquello que más estimaba: color, variedad, movimiento, vida. Para ello se divide en nueve secciones: Un jardin para vivir. Un jardín para pintar; Primer jardín. Sevilla; El patio andaluz; Segundo jardín. Roma y Granada; El tercer jardín; Ejes, perspectivas y transiciones; Elementos y detalles; Las especies del jardín, y La tierra de las flores.