Con claras referencias a la Historia del Arte y a la arquitectura moderna, y más concretamente al minimalismo y al surrealismo, la artista revisita ese pasado, y parte de él, para cuestionar las diferencias entre función y ornamento, industria y artesanía o trabajo seriado y artístico. Sus esculturas, realizadas con acero, resinas, siliconas o cuero, generan formas orgánicas con protuberancias y cavidades que remiten a la fisiología humana y a la subjetividad, pero también al diseño de interiores y a los objetos decorativos.

La obra de Baghramian, siempre frágil y poética, hace referencia a aquellos elementos que habitualmente quedan ocultos y camuflados en la arquitectura; objetos utilitarios sin los cuales la funcionalidad y la vida de todo edificio en uso quedarían en entredicho. Los fragmentos de tuberías, conductos, mangueras antincendios o condensadores toman aquí el protagonismo.

Esos dispositivos a los que alude son los que tradicionalmente permanecen ocultos bajo la pared o el panel de una estructura. La forma de presentarlos, ajenos a sus circuitos y aislados de su flujo (de energía, de aire, de agua), los convierte en una especie de prótesis, aparentemente disfuncionales ya que están desconectados de un cuerpo que les dé sentido. De esta manera quedan reducidos a objetos descontextualizados cuya aparición resulta siniestra y que por sí solos carecen de sentido, pero que aportan una coherencia a la estructura completa.

Esta exposición está incluida en el programa de la BMM2018, Bienal de Mujeres en las Artes Visuales –MAV–.