La muestra, comisariada por María López Fernández, Consuelo Luca de Tena y Blanca Pons-Sorolla, ha sido organizada por el Museo Sorolla y la Fundación Museo Sorolla. Las obras expuestas pertenecen en su mayoría a la colección del Museo, pero con la participación de un total de 44 obras de colección particular, casi todas inéditas.

A lo largo de su vida, Sorolla llegó a pintar cerca de dos mil óleos sobre cartones o tabillas de muy pequeño tamaño. Los llamaba ‘apuntes’, ‘manchas’, o ‘notas de color’. Este formato fue cada vez más utilizado a lo largo del siglo XIX por los grandes artistas, ya que permitía recoger con rapidez ideas o impresiones de cosas vistas en obras independientes que iban más allá de un simple boceto.

Consideradas en un principio obras íntimas o productos inacabados, pronto se apreció en ellas su libertad creativa, y empezaron a exponerse y a cotizarse como muestras de lo más personal y original del artista. Sorolla las utilizó a veces para ensayar composiciones, pero a menudo como mero ejercicio. Las conservaba en su estudio, sujetas con alfileres cubriendo con ellas paredes enteras, pero pronto empezó a enmarcarlas, y en todas sus exposiciones estos cuadritos tuvieron una presencia abundante y destacada. Pequeños en tamaño, pero grandes en audacia, contienen ráfagas del Sorolla más brillante.

Formación y consolidación (1880-1903)

Pepita García, joven, sentada sobre fondo de madera.

Joaquín Sorolla. Pepita García, joven, sentada sobre fondo de madera.

Después de sus años de formación en Valencia, Sorolla se establece en Roma como pensionado (1885-1889), y desde allí viaja a París, donde queda deslumbrado por el panorama artístico. A partir de los años de 1890, instalado en Madrid con su mujer, empieza a presentarse a grandes certámenes en España y el extranjero. En 1903, cuando termina el gran cuadro Sol de tarde, considera que ha encontrado definitivamente su estilo.

Sus primeros apuntes muestran la influencia de Fortuny y los italianos, tanto en su composición como en su manera de utilizar expresivamente las zonas de la madera que deja sin pintar.

La madurez (1904-1911)

La exposición en la Galería Georges Petit, París, 1906. Su primera exposición monográfica en la capital francesa la celebra en la moderna y prestigiosa galería. Para entonces ya ha dado un giro decisivo hacia los temas que le ofrecen mayores seducciones y desafíos visuales: las variaciones de la luz a lo largo del día y de las estaciones, el color de las sombras, los reflejos y transparencias del agua, los contraluces, las audacias cromáticas. Y ha encontrado en los amplios espacios del mar y de las playas el escenario más rico.

En aquella exposición hubo una abundante representación de sus pequeños formatos, que adquieren una enorme importancia como soporte de su avidez de experimentación en estos años. Después de la exposición, Sorolla pasa unas semanas en Biarritz, donde las escenas del ocio en las playas le proporcionan nuevos estímulos. Su paleta se aclara y se refresca, y sus encuadres adquieren un máximo de instantaneidad fotográfica.

La familia de Sorolla sentada entre pinos.

Joaquín Sorolla. La familia de Sorolla sentada entre pinos.

Las exposiciones americanas. En 1907-1911, Sorolla realizará numerosas exposiciones individuales: tres en Alemania en 1907, una en Londres de 1908 y en 1909, la gran exposición de la Hispanic Society de Nueva York. Después vinieron otras en Estados Unidos: ese mismo año en la Fine Arts Academy de Buffalo y la Copley Society de Boston; y en 1911, en el Art Institute de Chicago y en el City Art Museum de St. Louis, y además en la Exposición Internacional de Roma. El estallido de la Gran Guerra puso fin a este movimiento.

En estas exposiciones presentó sus notas de color enmarcadas individualmente y les dio un gran protagonismo, mostrando la importancia que él mismo les concedía como obras autónomas e independientes. Pero abastecer todas estas exposiciones obligó a Sorolla a trabajar intensamente en formatos medianos, por lo que paulatinamente decreció su producción de “notas de color”.

Plenitud (1912-1919)

Joaquín Sorolla. Dos mujeres sentadas en una terraza.

Joaquín Sorolla. Dos mujeres sentadas en una terraza.

Desde 1912, el gran encargo de los murales para la Biblioteca de la Hispanic Society consume la mayor parte de su tiempo. Cuando no está pintando para el proyecto pinta para sí, sin la presión de las exposiciones. Cultiva los íntimos y silenciosos cuadros de jardín y pinta algunas de las más hermosas y logradas escenas de playa.

Cada vez más, la rapidez, destreza y ligereza que había aplicado en sus apuntes se reflejan en sus obras de mayor envergadura. En sus últimos años, los apuntes que pinta en las playas del norte, especialmente en San Sebastián, muestran su incansable afán de experimentación y una ejecución cada vez más abreviada. Un Sorolla esencial que sigue investigando, a través de sus pequeños formatos, en la síntesis visual de las formas al aire libre.

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