La muestra está relacionada con un proyecto en construcción continua, denominado Proyecto Genocidio Genérico, donde imágenes violentas, principalmente de situaciones de guerra, constituyen una parte fundamental de su trabajo artístico. Todo ello con el propósito de contribuir a situar estos acontecimientos y describir algunos de los problemas que vinculan el arte con el testimonio y la memoria.

Gómez Ballesteros utiliza el campo de la memoria visual a través de imágenes que contienen violencia implícita, lo que a menudo le lleva a trabajar desde el lado de las víctimas, con toda su tensión, terror e incomprensión. Las piezas de arte creadas se alimentan con imágenes de archivo de víctimas de procesos políticos violentos recopiladas en sus países de origen y fotografías de lugares de tortura, aislamiento y ejecución.

La exposición que puede visitarse en el MUME incluye varias piezas que toman como base esas imágenes de archivo vinculadas a procesos violentos, con las cuales el artista pretende acercar al espectador a la memoria colectiva a través de la experiencia individual y de esta manera llevar a cabo una forma especial de hacer un monumento: como iconos de la representación de la muerte en nuestro tiempo.

El material documental básico se compiló con motivo de dos exposiciones que tuvieron lugar en 2016 en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos y en Villa Grimaldi, en Chile, donde se recopilaron imágenes de víctimas y lugares de tortura y asesinato de la dictadura chilena (1973 -1990).

La muestra tiene la forma de un tablero de ajedrez. Un campo de juego de vida y de muerte. Si algo caracteriza la situación de las víctimas es el lugar que ocupan en el espacio, la imposibilidad de escapar, la sensación de estar condenado a ser pisoteado, cómo los «restos de suelos», dan testimonio de su dolor: protagonistas de estos espacios de excepción de sus derechos y libertades. Además, en este espacio recreado, las víctimas comparten presencia con los victimarios como herramientas necesarias de la represión.

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