Cámara Oscura acoge hasta el 25 de julio la obra de Hugh Mangum (1877-1922) en la exposición Where We Find Ourselves (comisariada por Alex Harris y Margaret Sartor). La galería ha colaborado con la Universidad de Duke para sacar a la luz el trabajo de Mangum por primera vez en Europa. Tras su muerte, los negativos en blanco y negro en placas de cristal fueron almacenados y olvidados en el granero de la granja familiar en Carolina del Norte. Condenado a la demolición en los años 70, el granero fue salvado en el último minuto y, con él, este sorprendente y extraordinario documento de vida de una época turbulenta de la historia del sur de los Estados Unidos.

Una de las más profundas sorpresas de la fotografía de Mangum es su frescura. Tenía un encanto y una curiosidad que se refleja frecuentemente en los rostros de sus modelos. En otras imágenes, su presencia se convierte en invisible y los modelos parecen perdidos en sus mundos interiores y privados. Su habilidad para capturar esos momentos de vulnerabilidad y de intenso autoreconocimiento se encuentra en el centro de su don como fotógrafo.

FormatoComodo presenta la exposición de Berta Cáccamo (Vigo, 1963 – Coruxo, Vigo, 2018) El polvo del que surgen todas las formas Pantin, París, 1989-1991 (comisariada por Juan de Nieves). Cáccamo representó una de las trayectorias más integrales e independientes sobre el discurso y el devenir de la pintura que se generaron en España desde finales de los años ochenta. A lo largo de treinta años de producción activa, su obra se inscribió en un territorio en el que las especulaciones reflexivas constituyeron el punto de partida para la producción de formulaciones plásticas de gran potencia que convive con una sofisticada precariedad visual.

La exposición se ciñe a un periodo muy concreto -y temprano- de su producción artística: el de su estancia en París entre los años 1989 y 1991. Su llegada a Francia viene precedida por los años formativos en la Escuela de Bellas de Barcelona (1981-86) y por su regreso temporal a Galicia, momento en el cual ya practicaba una pintura deudora de las capacidades de la materia y del signo que toma del informalismo español pero también del movimiento support surface francés.

José de la Mano acoge hasta el 31 de julio la exposición Un experimento en el tiempo [El fondo documental García-Ramos]. Comisariada por Alfonso de la Torre, esta muestra se constituye desde el encuentro de un doble legado, por un lado, el relativo a Luis González-Robles (1916-2003), el curator inefable del Régimen, a cuya acción, y a veces parecería que a su pesar, se debió una parte de la visibilización del arte español de las décadas cincuenta y sesenta. Y, por otro, el acumulado por Pedro García Ramos (1942) a través tanto de sus trabajos de investigación, museografía o comunicación como por su trayectoria de pintor y gestor cultural. Un manantial de fotografías y un enorme acopio documental (correspondencia, anotaciones, catálogos de exposiciones o maquetas de proyectos).

Leandro Navarro exhibe hasta el 30 de julio la muestra Arlequines y otros seres deconstruidos, que incluye obras de Francisco Bores, Pancho Cossio, Óscar Domínguez, Pablo Gargallo, Baltasar Lobo, Benjamín Palencia, Oskar Schlemmer y Kurt Schwitters. Un amplio espectro de técnicas, autores y fechas cuya heterogeneidad queda atravesada por un personaje y una acción: el arlequín y la deconstrucción.

Ponce + Robles ofrece una exposición del escultor Álvaro Gil (Corella, 1986). Él mismo explica así su trabajo: “Me atrae lo desmontable: Entendido como una posibilidad constructiva que permite el transporte de un modo fácil de la obra creada. Esta capacidad funcional unida a lo estético es algo que muestro a menudo en mis piezas escultóricas. Evidenciar que algo está atornillado, las fuerzas de presión entre materiales vistos, etc. Me interesa mostrar el cómo está construido».

Por último, The Goma presenta la colectiva Scroll. Las 12 obras que se muestran -de Pierre Descamps, José Díaz, Cristina Garrido, Miguel Marina, Enrique Radigales y Antonio Rovaldi- enlazan con la idea del paseo, ya sea de una manera fugaz o reposada, obligada o voluntaria, física o virtual, en entornos naturales o construidos.

Esta muestra se concibió a finales del año pasado sin la necesidad de construir un relato definido. Dados los recientes acontecimientos, pero huyendo del oportunismo, se hace difícil que no dejen huella. La ausencia, el aislamiento, el tiempo extendido, la pantalla de ordenador como ventana a la realidad son circunstancias endógenas presentes en esta exposición consecuencia del anhelado contacto con la naturaleza o con los tiempos rápidos de la vida urbana.