La exposición Cartografías del ser –resultado de la convocatoria de comisariado de la Diputación Provincial de Huesca del año 2018– permite detenerse para mirar desde distintas perspectivas al ser contemporáneo y cuestionarse su deriva. Hasta el 16 de mayo, su sala de exposiciones presenta el proyecto de Antonio Campo (Huesca, 1977) y María Luna (Zaragoza, 1980), que interrelaciona obras de siete jóvenes artistas aragoneses: Antonio Fernández Alvira, Susana Blasco, Vicky Méndiz, Jorge Vicén, Jorge Isla, Ana Escario y Jorge Fuembuena.

Esta selección de obras trata de reflejar los impulsos vitales que les empujan hacia el arte, sus propias razones para ser artistas, para ser testigos de su tiempo a través de la creación. El resultado son siete visiones subjetivas que sumergen al espectador en el interior del ser humano e invitan a reflexionar sobre su relación con la naturaleza, la soledad, las aspiraciones; el recuerdo y la nostalgia; la violencia; la ilusión y el engaño o la vulnerabilidad.

Para Campo y Luna, la incertidumbre generada por la pandemia ofrece la oportunidad de replantearse muchas cosas que sólo se pueden abordar desde todo aquello que reside en nuestra mente, de ahí el título de este proyecto comisariado, que alude a los mapas del interior de las personas.

Esta muestra cuenta con un amplio programa de actividades didácticas y divulgativas para acercar su contenido a todos los públicos.

Publicación. Textos: Rosa Olivares, Antonio Campo y María Luna

En torno al sujeto contemporáneo

El proyecto de comisariado de Campo y Luna pretende buscar conexiones entre las líneas discursivas que plantean los artistas seleccionados y encontrar en sus creaciones experiencias, deseos y narrativas en torno al sujeto contemporáneo. De este modo se esboza un sujeto tejido entre la psique y el automatismo de Jorge Vicén o la memoria y la nostalgia que relatan las propuestas de Susana Blasco y Vicky Méndiz. Por su parte, Jorge Fuembuena y Jorge Isla presentan imágenes polisémicas que tratan temas como la violencia o el fake. La vitalidad de las instantáneas de Ana Escario confrontan la sutileza de las piezas de Antonio Fernández Alvira con las que recuerda lo efímero y vulnerable de la existencia. Se pretende de este modo dibujar un mapa de subjetividades que interpele al espectador y que quizá logre conectarlo sutilmente con esa velada cartografía interna.