Así, tal y como Anni Albers admitía la importancia que para ella tenían los «tejedores milenarios de Perú», Lanceta reconoce en el Atlas Medio otras modernidades que miran al presente de lo popular, a lo ancestral, a la cotidianidad de lo sensible y a una posible representación matérica de lo no inteligible. El arte es de todos y de nadie: está en las «bellas artes» como está en lo popular, en la artesanía y en las denominadas artes «menores», cuyas actitudes, prácticas estéticas y costumbres constituyen realidades sensibles que no han sido devoradas por ese discurso que, en nombre de la singularidad del arte, separa los objetos artísticos de la vida cotidiana.

De la convivencia con las bereberes la artista aprendió un arte universal que le ha acompañado a lo largo de su dilatada carrera, entendiendo el tiempo del telar como tiempo lleno y, en lo artístico, la importancia de las estructuras de repetición y las geometrías en las artes populares de muchos continentes y en las vanguardias del siglo XX. Lanceta entiende el acto de tejer como una activación crítica de la imaginación que va más allá de los límites materiales. Para ella tejer se formula como un código abierto de ruptura y repetición desde el que leer, transformar y transmitir un conocimiento que es siempre complejo y plural, y que sitúa un proceso en curso antes de convertirse en imagen.

Esta amplia selección de trabajos se presenta, a su vez, en diálogo con «cómplices creadores», con los que Lanceta trama una compleja propuesta que trasciende la materialidad de su obra, adentrándose en su capacidad performativa y conectiva, entre los que se encuentran los artistas Olga Diego, Pedro G. Romero y Xabier Salaberria; la comisaria Leire Vergara; la organización autogestionada La Trinxera; la cineasta Virginia García del Pino o el artista y programador de software Nicolas Malevé.

El Raval

A la mínima oportunidad, nuestra artista afirma con rotundidad que «el Raval siempre da mucho más de lo que recibe». En el Barrio Chino, como se conocía entonces y donde hoy se ubica el MACBA, vivió durante sus años de formación, de 1969 a 1985. En 1969 inició la carrera de Historia en la Universidad de Barcelona a la par que empezó a tejer. Alejada de la academia y del arte conceptual de la época decidió tejer como posicionamiento político y estético, como propuesta para aunar mundos. El barrio, muy presente en su trabajo, era una mezcla entre lo portuario, lo obrero, lo migrante, lo gitano y lo andaluz. En definitiva, un compendio de maneras de vivir distintas –de culturas, incluso de religiones– que se ha ido adaptando a los tiempos sin perder su propia identidad, que fundamentalmente ha sido y es la de acoger a personas llegadas de otros lugares sin importar la razón de su venida. Allí, las experiencias compartidas con la comunidad gitana dieron lugar a una reciprocidad de afectos.

A principios de los años noventa, tras vivir un tiempo en Sevilla y Marrakech, Lanceta se instaló en Madrid, pero el recuerdo del Raval siempre ha estado presente en sus producciones y le ha acompañado, haciéndole sentir la necesidad de hablar de lo roto, de las cosas destruidas y de los remiendos. Incluso décadas más tarde, de 2013 a 2020, ya afincada en Alicante, viajó semanalmente a Barcelona para ejercer de profesora en la Escola Massana. En 2021 continuó su relación especial con el barrio para llevar a cabo el proyecto Los oficios del Raval, realizado en colaboración con Nicolas Malevé, los alumnos y profesores del IES Miquel Tarradell y el Departamento de Educación del MACBA, que consistía en la elaboración colaborativa de un mapa digital basado en historias de trabajo, vivencias, recursos y afectos de los participantes y de sus familias.

Todo ese aprendizaje comunal y su rica experiencia vital se observan en la construcción de Lanceta de una narrativa popular. Como fue el caso de Albers en Monte Albán (Oaxaca) durante sus andaduras por varias comunidades mexicanas, el Raval y el Atlas Medio han dejado una impronta en Lanceta, que identifica en el trabajo textil de esas comunidades una poética del mundo propia en la que la artista se reconoce.

Construir memoria

«De entre todos los sitios en los que he vivido, este lugar es el menos comparable a ningún otro. Ninguno me ha dado tanto, y en ninguno me he sentido tan tranquila»

Teresa Lanceta (Teresa Lanceta, el Raval y el Atlas Medio)

El recorrido de la muestra se organiza en cinco salas en las que se presentan trabajos que cuestionan poéticamente conceptos en otro tiempo antagónicos. Por ejemplo, colectividad y autoría, tradicionalmente entendidos desde una visión exacerbada de lo individual; remediación e historia, esto es, la capacidad de negociar pasados todavía presentes que incomodan; performatividad y materia, que sitúan las labores en un espacio de experiencia común de cuerpos y objetos que reconocen el cuidado en el trabajo; y, finalmente, oralidad y biografía, que ponen de manifiesto las enseñanzas feministas según las cuales el arte era una práctica de vida. En este sentido, el trabajo de Lanceta es un trabajo memorable: su potencial crítico reside en su capacidad para construir memoria.