Siguiendo una secuencia cronológica, la muestra recorre diferentes periodos: su infancia y juventud en Alcalá de Henares y su posterior desarrollo en Madrid, para adentrarse en etapas cruciales de la historia de España, como la Segunda República y la guerra, y las duras condiciones de su exilio, que concluyó con su fallecimiento en la ciudad francesa de Montauban, donde su recuerdo sigue presente aún hoy en día.

El objetivo esencial es recuperar, alejándose de los tópicos mantenidos durante décadas, la enorme y compleja personalidad del hombre, el intelectual y el estadista que luchó por abrir España al mundo y convertirla en una nación moderna. La muestra incluye fotografías y vídeos muy poco conocidos que acercan no sólo a la figura y a la obra de Azaña, sino también a la memoria de su tiempo.

Azaña: intelectual y estadista. Foto: Acción Cultural Española.

Azaña: intelectual y estadista. Foto: Acción Cultural Española.

Manuel Azaña Díaz nació en Alcalá de Henares (Madrid) el 10 de enero de 1880. Licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza, presentó en 1900, en la Universidad de Madrid, su tesis doctoral La responsabilidad de las multitudes. Para entonces ya había fundado en su ciudad natal la revista Brisas del Henares y colaboraba en Gente Vieja (en ambas con el seudónimo Salvador Rodrigo).

Llompart. Manuel Azaña y Lola de Rivas. Fotografía publicada en 'Estampa' (17 de septiembre de 1932) Biblioteca Nacional de España AHS /46314.

Llompart. Manuel Azaña y Lola de Rivas. Fotografía publicada en ‘Estampa’ (17 de septiembre de 1932) Biblioteca Nacional de España AHS /46314.

En los años que transcurren entre 1914, cuando estalla la Primera Guerra Mundial, y la proclamación de la Segunda República en 1931, Azaña desempeñará el cargo de secretario y presidente del Ateneo de Madrid.

Después de haberse presentado dos veces como candidato por Puente del Arzobispo (Toledo) en las elecciones de 1918 y en las de 1923, apuesta ya claramente por la república que para él “será democrática o no será”. En 1924 escribe su Apelación a la República, un auténtico programa de Gobierno que rechaza drásticamente la dictadura. En su dimensión política interviene de manera destacada en todos los grandes debates de su tiempo.

Muchas de las claves de esos acontecimientos se desvelan en sus Diarios y, entre estos, cobran una significación muy especial los cuadernos robados que corresponden a los años 1932 y 1933. El hecho es que en 1937, un funcionario del Consulado español de Ginebra, que iba a pasarse al bando franquista, robó del despacho del cónsul Cipriano de Rivas Cherif -cuñado y amigo al que había confiado esos escritos- tres de los cuadernos en los que Azaña relataba sus impresiones durante sus años de actuación en el Gobierno.

Esos diarios, durante sesenta años perdidos hasta que fueron encontrados entre los papeles del archivo de Franco, abordan aspectos y momentos clave de la historia de la Segunda República, como la sublevación de Sanjurjo; la discusión en las Cortes del Estatuto de Cataluña; las dificultades de aplicación de las leyes de reforma agraria y de congregaciones religiosas; el derecho al voto de la mujer o el final de la etapa del gobierno republicano-socialista.

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Alfonso Valle-Inclán y Manuel Azaña en la tertulia de la Cacharrería en el Ateneo de Madrid Madrid, c. 1930. Ministerio de Cultura y Deporte. Archivo General de la Administración. FONDO ALFONSO - 047258.

Alfonso Valle-Inclán y Manuel Azaña en la tertulia de la Cacharrería en el Ateneo de Madrid Madrid, c. 1930. Ministerio de Cultura y Deporte. Archivo General de la Administración. FONDO ALFONSO – 047258.