Retratos y otras ficciones es el título de la muestra que ofrece el Círculo de Bellas Artes hasta el 21 de enero. Aislados ya completamente del ruido enrabietado de la actualidad, la primera sensación es de agradecimiento, como de haber llegado a una isla llena de calma. La segunda es de inquietud al observar que no estamos solos, que a nuestra derecha una mujer vestida de época –prenda negra, collares blancos y cámara al hombro– mira impertérrita una fotografía en la que ella misma posa con idéntico aspecto. El juego de espejos con el maniquí escapado de otro siglo resulta entonces doblemente turbador pero es precisamente esa incomodidad la que a Momeñe le atrae por su fotogenia.

‘Retratos y otras ficciones’. Foto: Luis Pardo.

Por si acaso, no la perderemos de vista mientras seguimos un recorrido que alterna los rostros anónimos y conocidos. Momeñe ha reunido trabajos de diferentes épocas, retratos de lo más variado que, sin embargo, proyectan esa imagen suya de artista documentado pero divertido, apasionado pero cerebral. Sus retratos consiguen lo que él busca: llegar al que los mira y atraparle de inmediato con pocos elementos, y ya después hacerle pensar; o decir algo de entrada para llamar nuestra atención pero no decirlo todo de golpe para que sigamos mirando, para que queramos saber más. El título habla de ficciones porque en sus retratos hay un proceso de puesta en escena que es bastante obvio, como lo hay, por otra parte, en cualquier documental de cine o de televisión que persigue mostrarnos una realidad. Los retratos incluidos abarcan casi cinco décadas. Encontramos retratos de quienes habitaron con intensidad el paisaje ochentero de la movida madrileña y otros realizados en los últimos años. Y todos, ya se ha dicho, cuentan mucho de su carácter, de su experiencia vital y geográfica y de sus intereses múltiples, de su amor al cine (Asghar Farhadi, Carlos Saura, Wim Wenders, Emma Suárez, Pilar López de Ayala, José Luis Guerín, Iñaki Arteta…), la música (Luis de Pablo, José María Sánchez Verdú, David Helfgott…), la literatura (Terenci Moix, Juan Goytisolo, Alfonso Armada, Jordi Doce, Pío Caro Baroja…) o el mundo del arte (Esther Ferrer, El Hortelano, Bill Viola, John Berger, Juan Manuel Bonet, Lola Moriarty, Borja Casani…). Y la fotografía, claro, con instantáneas de Isabel Muñoz, Ouka Leele y Luis de las Alas, o con presencia de otros fotógrafos que posan cámara en mano como Estela de Castro o Luis Baylón. La rareza o el enigma de algunas fotografías es compatible con la belleza que también transmiten. Una belleza clásica de alguna manera condicionada por algunas influencias que Momeñe declara como claves en su concepción del retrato, las de pintores como Jan van Eyck o Rembrandt. Predomina así la foto en estudio, el blanco y negro, la mirada al objetivo y el primer plano pero no solo. Y todo forma parte de una misma manera de entender la fotografía que concede importancia al contenido y al continente, al fondo de lo que dice y a la forma en que lo dice. Las maneras de un sabio de la fotografía. Y fuera nos esperaba el ruido.

Foto: Vista del lago de Como, 1983, Eduardo Momeñe.

Foto: Vista del lago de Como, 1983, Eduardo Momeñe.

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