Comisariada por Alicia Vallina, la muestra recorre el legado de Úrculo y establece una metáfora con una de las temáticas principales de su obra: el viaje como elemento esencial de descubrimiento. A partir de esta premisa, busca revelar su universo estético, plasmado en temas como el deseo, el misterio, el placer, el sufrimiento o la exaltación de la vida, inspirados en muchas ocasiones por el cine, la publicidad, los magazines o la propia realidad.

En palabras de Vallina, «Úrculo es un salvaje, un bon vivant anárquico que deja de preocuparse por los contratiempos y disfruta del viaje. Un caminante que discurre ligero para que la vida escape de él y se muestre sin prejuicios ni estrecheces. Un dandi alegre, buen conversador, de mente clara y curiosa, que transitó, con sus pinceles y con sus maletas, sombreros y paraguas, por el mágico universo de lo cotidiano, otorgándole siempre la visión de un viajero que nunca hace planes con antelación».

El imaginario del artista se revela en este itinerario expositivo en tres etapas principales:

De la abstracción al lenguaje expresionista. Al inicio de su carrera, Úrculo experimentó con la abstracción para abandonarla pronto y hacerse eco del casticismo de lo popular, del dolor y del sufrimiento. Sus primeras obras transitan por el mundo de la mina, de su pasado, de la gente abatida por la pobreza, la desesperación y la soledad. Las obras de esta etapa que forman parte de la exposición, creadas durante la década de 1960, dejan ver tonalidades grises, pardas y oscuras que representan a personajes solitarios y tristes marcados por un expresionismo dramático y social.

Los años del pop art. A finales de los años 60 da paso a una nueva etapa marcada por el descubrimiento del arte pop  y la explosión del color. Úrculo se detiene durante estos años en la erótica del desnudo y en propuestas coloristas, sensuales y hedonistas. El voyerismo inspira creaciones en las que el deseo se mezcla con el misterio y en las que el anonimato da rienda suelta a la imaginación.

El viaje de la vida. La tercera etapa está centrada en el tránsito, la contemplación y el gran viaje de la vida, con sus icónicas obras llenas de sombreros, maletas y paraguas. En ella, el valor de lo efímero impregna su obra. El núcleo esencial de la muestra transita por ciudades cosmopolitas donde migrantes y viajeros discurren entregados a la emoción y nostalgia que provoca la vida nómada.

En su búsqueda constante de la belleza, Úrculo emplea el fetichismo para describir su propio viaje de vida vivida. Se deleita en los objetos silenciosos que le rodean y se deja admirar por el mestizaje y cosmopolitismo de la Gran Manzana, aunque también comparte la soledad y melancolía del viajero solitario y desgarrado que muchas veces retrató en sus primeras composiciones.


– Con motivo de la exposición se ha editado un catálogo con textos de Alicia Vallina, Yoann Úrculo, hijo del artista, y su gran amigo Rafael Trénor. Dentro de su programa de mediación cultural y artística, la Fundación Bancaja ofrece visitas comentadas.

Eduardo Úrculo

Nacido en Santurce (Vizcaya) el 21 de septiembre de 1938, su familia se trasladó unos meses a Santander y en 1941 a Sama de Langreo, Asturias. Tras realizar tres cursos de Bachillerato, entró a trabajar en la empresa Carbones de La Nueva S.A., donde su padre desempeñaba funciones como administrativo. Al poco tiempo enfermó de hepatitis y decidió hacerse pintor tras una larga convalecencia. En 1957 dejó su trabajo en la empresa y realizó su primera exposición en El Hogar del Productor de La Felguera, en Asturias. El Ayuntamiento de Langreo le concedió una beca y se trasladó a Madrid para estudiar pintura. Allí asistió a clases nocturnas en el Círculo de Bellas Artes y cultivó especialmente el expresionismo social.

Gracias a otra ayuda del Ayuntamiento, viajó a París y se matriculó en la Académie de la Grande Chaumière, de Montparnasse. Expuso en 1959 en la capital francesa, donde alcanzó un gran éxito. De regreso a España se instaló en un estudio en Oviedo, hasta que marchó a realizar el servicio militar, primero en el Sáhara Español y más tarde en Tenerife. Después viajó de nuevo a París en 1962 para terminar instalándose definitivamente en Madrid.

En 1966 se instaló en Ibiza, donde conoció a su primera esposa, la francesa Anne Chanvallon, con quien contrajo matrimonio en 1969. Desarrolló por entonces sus primeras obras pop y viajó a Suecia y Dinamarca. En la década de 1970 cultivó su época erótica, alcanzando proyección internacional en las bienales de París y Venecia. En 1978 viajó a Taiwán, comenzó a desarrollar el tema de los bodegones y recuperó el desnudo y la naturaleza. En 1984 empezó a realizar sus primeras esculturas en bronce, que se expondrían en ARCO al año siguiente. Realizó también carteles, escenografía y vestuario para ópera.

Sus últimos años los pasó en Asturias, su retiro predilecto, para pintar, esculpir y dedicarse al grabado y a composiciones de temática oriental. La muerte le sorprendió un 31 de marzo de 2003 cuando asistía a un almuerzo en la madrileña Residencia de Estudiantes.