Organizada en cinco grandes ámbitos y construida a partir de doscientas piezas de medio centenar de artistas, Como una danza de estorninos. Colección MACBA: treinta años e infinitas formas de ser rehúye la cronología. Prefiere, en cambio, mostrar cómo las obras dialogan entre sí y se reagrupan como cuerpos en una coreografía que nunca se repite. Cerca de la mitad de las piezas se exhiben por primera vez, y un 15% entraron recientemente a la colección: un testimonio de que la institución continúa expandiéndose y repensándose.

Onofre Bachiller «Fotomatón Kike», 1986. Colección MACBA. Depósito de la Generalitat de Catalunya. Colección Nacional de Fotografía © Onofre Bachiller.
El recorrido pensado por Claudia Segura Campins y Núria Montclús comienza con la contundencia visual del Fotomatón de Onofre Bachiller, una serie de fotografías captadas entre los años ochenta y dos mil en bares, clubes y espacios culturales de Barcelona. Frente a la cámara, solitarios y grupos improvisados revelan la vitalidad de una ciudad que experimentaba, celebraba y se transformaba sin descanso. Son imágenes que muestran cuerpos que se reinventan y desafían normas, recordando que la identidad siempre es un gesto en movimiento.
El corazón de la exposición reside en la idea de una subjetividad porosa, atravesada por el contexto social, las luchas colectivas y las experiencias singulares. Como los estorninos que vuelan en bandada sin perder su individualidad, las obras plantean una identidad que se construye desde la interdependencia.
Aquí conviven presencias diversas: desde el autorretrato de Basquiat, profundamente enraizado en la experiencia afroamericana, hasta las imágenes íntimas que Dias & Riedweg realizaron con trabajadores sexuales del Raval. Las piezas cuestionan las fronteras que nos definen —género, cuerpo, clase, raza— y revelan la multiplicidad de vidas que se abren paso más allá de lo normativo.
Lo corpóreo
Varias obras reivindican la potencia de lo corpóreo como gesto creador. La performatividad, que en el arte contemporáneo borró los límites entre la vida y la obra, adquiere aquí matices muy distintos. Desde las exploraciones de Esther Ferrer hasta las variaciones conceptuales de Itziar Okariz, el cuerpo aparece como una superficie sensible capaz de transformar un espacio simplemente al atravesarlo.
También se hace presente la necesidad de protegerlo: prótesis, armaduras y dispositivos —como los creados por Ramon Guillen-Balmes— muestran cómo la imaginación material puede ofrecer refugio o resistencia.
En otro de los ámbitos, la exposición invita a cuestionar las jerarquías heredadas de la modernidad occidental: el predominio de la razón sobre el instinto, del individuo sobre su entorno. Las obras de Matt Mullican, A.R. Penck o Zush exploran sistemas simbólicos y universos paralelos donde la lógica se trastoca y se abren fisuras para pensar otros modos de estar en el mundo.
Este impulso experimental enlaza con las segundas vanguardias catalanas, representadas por figuras como Villèlia, Bolumar o Cuixart, cuya creatividad convive aquí con prácticas más recientes que siguen indagando en lo liminal, lo intuitivo y lo visionario.
Uno de los capítulos más serenos —y a la vez más profundos— aborda la idea de un yo que no se concibe como entidad aislada, sino como parte de un tejido más amplio de relaciones. Las fotografías Sonhos Yanomami, de Claudia Andujar, recuerdan que para numerosas comunidades la identidad es inseparable de la naturaleza y del mundo espiritual.
Las esculturas de Miró, las transformaciones orgánicas de Rosario Zorraquín o las tensiones simbólicas que proponen otras piezas subrayan este vínculo entre lo humano, lo biológico y lo tecnológico.
Lo delirante
La exposición culmina con una reivindicación de lo delirante como motor creativo. Obras de Ponç, Tàpies o el colectivo integrado por Miralda, Rabascall, Xifra y Dorothée Selz dan forma a un territorio donde la razón deja de ser el único camino. Aquí, el delirio no es desviación, sino apertura: una manera de cuestionar el orden, de invocar otras realidades y de imaginar mundos por venir.
El viaje termina con piezas que oscilan entre lo visionario y lo crítico, como la obra de William Kentridge, que interroga los límites del racionalismo médico.
La muestra se completa con un amplio espacio documental que traza, a través de carteles, publicaciones, fotografías y podcasts, la historia viva de la Colección MACBA. Un archivo que no se limita a conservar, sino que activa la memoria de los proyectos, los artistas y los contextos que hicieron posible estos treinta años de trabajo continuo.
Nuevas constelaciones
Los estorninos vuelan como si compartieran un único pulso. Miles de cuerpos suspendidos en el aire dibujan figuras que se dilatan, colapsan y vuelven a abrirse, formando nubes vivas en un movimiento tan preciso como imprevisible. A ese fenómeno —un ballet colectivo que parece guiado por una lógica secreta— se lo conoce como danza de estorninos. Lo que el ojo contempla es pura sincronía: una forma de inteligencia coral hecha de ritmo, escucha y desplazamiento compartido. Ese murmullo aéreo, esa murmuration que en inglés alude tanto al sonido como a su continua recomposición, sirve aquí como metáfora para pensar la Colección MACBA en su trigésimo aniversario. Del mismo modo que la bandada se reconfigura sin perder cohesión, las obras del museo se agrupan, se empujan, se transforman mutuamente y abren constelaciones de sentido nuevas. Cada pieza trae consigo un rumor de vidas, una trama de experiencias que solo adquiere su potencia plena al entrelazarse con las demás.
Artistas
Tonet Amorós, Claudia Andujar, Miquel Arnal, Onofre Bachiller, Jean-Michel Basquiat, Samuel Beckett, Antonio Beneyto, Magda Bolumar, Joan Brossa, Vera Chaves Barcellos, Luis Claramunt, Francesco Clemente, George Condo, Modest Cuixart, Dau al Set, Mauricio Dias & Walter Riedweg, Max de Esteban, Esther Ferrer, Alicia Fingerhut, Peter Friedl, Sara Gibert, Guillermo Gómez-Peña, Silvia Gubern, Ramon Guillén-Balmes, Richard Hamilton, Joan Jonas, William Kentridge, Miralda, Joan Miró, Julia Montilla, Matt Mullican, Andrés Nagel, Ocaña, Itziar Okariz, Dennis Oppenheim, Tony Oursler, Elena Paredes, Anton Patiño, A. R. Penck, Mònica Planes, Joan Ponç, August Puig, Àngels Ribé, Amèlia Riera, Benet Rossell, Dieter Roth, Dorothée Selz, Josep Maria de Sucre, Antoni Tàpies, Josefa Tolrà, Josep Uclés, Moisès Villèlia, Jaume Xifra, Rosario Zorraquín y Zush.
























