Moreno parte de una premisa sencilla y a la vez profunda: aquello que llamamos “casa” no se limita al ámbito construido. Cada estancia, cada objeto, cada gesto cotidiano fija un modo de estar en el mundo, una forma de reconocerse. Las obras reunidas en la muestra son variaciones sobre esa misma pregunta. A casa mía revisita la arquitectura popular de los pueblos oscenses, no como inventario formal, sino como huella de un modo de vida. Casa Vitales se adentra en la memoria familiar y, en ese ejercicio, desvela cómo los relatos heredados también son un hogar que se habita. Primera casa, por su parte, sitúa el cuerpo en el centro: la primera morada, la que acompaña siempre, la que funda toda experiencia.

El proyecto dialoga, sin solemnidades, con una intuición filosófica que Martin Heidegger formuló con contundencia: habitar y ser comparten la misma raíz. No es una metáfora; es una condición. Habitar no se reduce a ocupar un lugar, sino a conferirle sentido. Arraigar, permanecer, pensar: esas son las formas de estar que permiten que un espacio se vuelva nuestro. Bajo esta luz, la casa deja de ser un refugio pasivo y se convierte en un escenario donde la identidad se articula, donde la protección y el recogimiento conviven con esa soledad que, como recordaba Pascal, nos revela quienes somos.

Moreno incorpora esta tensión sin subrayarla. Sus obras sugieren que la casa es un territorio en construcción constante, moldeado por emociones, por memorias discretas, por la manera en que el cuerpo transita y se acomoda. Ese cruce entre interioridad y entorno transforma la vivienda en un punto de anclaje frente al afuera, un lugar desde el cual pensar y, al mismo tiempo, soñarse. Al final, habitar es un acto que excede la arquitectura: es una práctica de sentido, una forma de permanecer en el mundo con conciencia.

La exposición se acompaña de una publicación que recoge los frutos de la investigación y amplía el marco de lectura del proyecto. En ella participan, además de la propia artista, María José Hasta, Natalia Juan, Laía Argüelles y Holga Méndez, cuyas contribuciones ofrecen perspectivas complementarias sobre esta exploración de las moradas visibles e invisibles que nos sostienen.


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Sujeto y espacio cotidiano

A través de disciplinas artísticas como el arte de acción, la fotografía y la escultura, Adela Moreno investiga la relación del sujeto con el espacio cotidiano, observando los modos de relación en los lugares donde vivimos y cómo pertenecemos a ellos. Indaga en cómo sensibilizarnos de una manera cercana con el espacio por donde transcurre nuestra rutina e integrar la mirada artística en lo cotidiano.

Graduada en Bellas Artes por la Universidad de Zaragoza, realizó una beca SICUE en la Universidad Politécnica de Valencia, donde descubrió la performance de la mano de Bartolomé Ferrando. Continuó sus estudios en el Grado Superior de Fotografía Artística en la Escuela de Arte de Huesca y en el máster en Museos, Educación y Comunicación. Ha participado en diferentes festivales tanto a nivel nacional como internacional. Paralelamente a sus proyectos artísticos, desde 2020 conforma El Estudio, junto a Ana Escario. Su labor se centra principalmente en el desarrollo de proyectos audiovisuales para diferentes artistas.