Para el pintor Jorge Galindo, “una pequeña maceta con un geranio al lado de un niño en un dibujo es el principio de esta aventura”. Y señala que “las fotografías con bodegones que Pedro había expuesto en la Galería Malborough me gustaban tanto porque transmiten un único objetivo al hacerlas, reflejar una emoción”.

Esta exposición surge originalmente del encargo que el pintor recibió para hacer el dibujo de un niño leyendo sobre un papel roto de un saco de cemento, eje de la película Dolor y Gloria. A partir de ahí nace un reto a través del cual las fotografías de bodegones del cineasta serán la base de grandes cuadros pintados a cuatro manos.

Dolor y Gloria.

Almodóvar narra así esta experiencia conjunta: “En todo momento, Jorge me dio la pauta y yo me dejé arrastrar. Cada trazo te sugiere cómo seguir. A veces se establecía un diálogo entre Jorge y yo, o dos monólogos simultáneos, cada uno en una punta del cuadro. Por el método totalmente espontáneo con que hemos pintado se diría que el resultado sería una obra narrativa, producto de un diálogo continuado, pero no es así. Cada obra es una explosión, como si la materia pictórica nos explotara en las manos como fuegos artificiales que se derraman sobre el lienzo”.

Entre ambos artistas, la figura reflexiva de Rafael Doctor, comisario y amigo de Galindo, que hace esta valoración de su colaboración artística: Pedro Almodóvar no llega a la creación plástica por casualidad, de la misma forma que tampoco Jorge Galindo comparte su estudio en este peculiar diálogo como algo artificial. Uno no es pintor ni el otro es cineasta; sin embargo, ambos mantienen una fijación por el mundo del otro y se nutren de ellos constantemente y sin complejos. Y es que de la misma forma que no hay en el cine contemporáneo alguien que haya sido capaz de mantener una línea de conexión constante con la creación artística de su tiempo como la que en toda su trayectoria ha desarrollado Almodóvar, tampoco hay en la creación pictórica actual alguien tan osado como Galindo, un pintor obstinado en sostener una apuesta por el diálogo entre la saturación de imágenes que genera esta sociedad y la fuerza de la abstracción sobre el soporte cuadro, denostado por muchos talibanes del arte. Dos personas absolutamente radicales en su labor hacedora de imágenes, en moviendo en uno, fijas en el otro, que se funden en un ejercicio inédito con un resultado magnífico, puro, libre».

Flores es el fruto de numerosas sesiones de trabajo en las que ambos han danzado literalmente sobre los lienzos, dejando fluir un espíritu compartido de pasión por la fuerza del color sobre uno de los motivos más básicos de la historia de la representación humana: la flor. El color, tan presente en las películas de Almodóvar y eje de toda la obra de Galindo, es el gran protagonista bajo la excusa de la flor. Sobre la gama cromática empleada, Almodóvar indica que ha “descubierto con sorpresa que hay colores que me han arrebatado en la pintura que no suelo utilizar en el cine: el blanco, principalmente”. El rojo, sin embargo, pese a ser uno de los colores más presentes en sus filmes, apenas aparece en la paleta.

Según Doctor, comisario de la exposición, “al resultado le sobran las palabras. Todo es pasión, todo es acción, todo es vida. Flores que a partir de ahora serán flores siemprevivas”.

Almodóvar y el bodegón

Pedro Almodóvar lleva tres años haciendo fotografía de bodegón con elementos sencillos como jarrones y flores. En esta colaboración con Jorge Galindo los dos se enfrentan de manera conjunta a esas imágenes que él ha ido creando en los últimos tiempos, ampliándolas para intervenirlas de forma intuitiva con pintura que han aplicado directamente con las manos y el cuerpo, trabajando de manera muy orgánica con ellas directamente en el suelo.