Cuando Benjamin Britten se dispuso a componer una nueva ópera encargada por la Royal Opera House para su Festival of Britain de 1951 encontró en el inquietante relato póstumo e inconcluso Billy Budd, Sailor, de Herman Melville (1819-1891) –el autor de Moby Dick–, los temas que le fascinaban: el mar –presente en toda su biografía– y el mundo de los marinos, los dilemas éticos y morales, el inefable poder de la belleza juvenil, la arrebatadora y reprimida atracción homosexual; y también las dicotomías recurrentes a lo largo de toda su obra: la confrontación entre el bien y el mal, la justicia y la ley, la transgresión y el orden, la culpa y la expiación.

Para la realización del libreto –uno de los más perfectos de toda la literatura operística–, Britten contó con el escritor Edward Morgan Forster (1879-1970) –cuyas novelas Una habitación con vistas, Howard’s End, Pasaje a la India o Maurice lograron grandes versiones cinematográficas– y la sabiduría y sensibilidad del director teatral Eric Crozier (1914-1994), ambos amigos y fieles colaboradores del compositor.

El Indomable

Billy Budd. Plano general con solistas, coro y actores. Fotos: © Javier del Real | Teatro Real.

Billy Budd. Plano general con solistas, coro y actores. Fotos: © Javier del Real | Teatro Real.

El enigmático cuento de Melville –cuya riqueza originó distintas versiones editoriales, un sinfín de interpretaciones hermenéuticas y hasta la famosa adaptación cinematográfica de Peter Ustinov, de 1962, titulada en España La fragata infernal– transcurre en un navío de guerra británico, el HMS Indomable, en 1797, durante el conflicto con la Francia revolucionaria. En él embarca Billy Budd, un atractivo marinero, cuya frescura y belleza son un revulsivo para la tripulación oprimida, desestabilizando igualmente a los mandos –el respetado capitán Vere y el pérfido maestro de armas John Claggart–, desconcertados con los sentimientos contradictorios que les provoca la irrupción del bondadoso joven en su sórdido mundo. La compleja trama entre estos tres personajes, y sus relaciones con el resto de la tripulación, desencadena el fatal destino de Billy, víctima de una perversa maquinación, en un microcosmos infectado por la injusticia, la humillación y el odio.

Britten da voz a los tripulantes de este buque con una admirable escritura vocal y una magistral orquestación. Utiliza la gran orquesta como si fuera una agrupación de música de cámara, buscando el color sonoro más apropiado para cada momento dramatúrgico, en detrimento de la utilización de la masa orquestal, que incluye arpa, clarinetes bajos, contrafagot, saxofón, un nutrido grupo de metales y muchos y variados instrumentos de percusión (seis intérpretes). Una vez más el compositor recurre a los interludios, como en su ópera Peter Grimes, que adquieren especial transcendencia cuando la música llega donde no alcanzan las palabras.

La primera versión de Billy Budd, de cuatro actos, se estrenó en el Covent Garden el 1 de diciembre de 1951, con dirección musical del compositor. Pese al éxito del estreno, la ópera tuvo un corto recorrido hasta la presentación, en 1964, también en el Covent Garden, de una nueva versión revisada, en dos actos, registrada en disco en 1967 bajo la batuta del mismo Britten. Esta es la versión de la partitura que el Real desvela, finalmente, al público madrileño.

Nueva producción

Deborah Warner (directora de escena) en el escenario durante los ensayos de 'Billy Budd'. Fotógrafo: © Javier del Real | Teatro Real.

Deborah Warner (directora de escena) en el escenario durante los ensayos de ‘Billy Budd’.

Entre el 31 de enero y el 28 de febrero el Real ofrece 10 funciones con una nueva producción concebida por Deborah Warner, admirada en España por sus montajes teatrales –Happy Days de Samuel Beckett, The Waste Land de T.S. Eliot, Julio César de William Shakespeare, etc.– pero todavía desconocida en el ámbito de la dirección operística, pese a su amplia carrera en mundo lírico internacional.

Warner debutó en 1993 con Wozzeck, de Alban Berg, y desde entonces dirige ópera con regularidad en los más importantes teatros del mundo, de La Scala de Milán al Metropolitan de Nueva York, con producciones muy aplaudidas, incluyendo tres óperas de Benjamin Britten: Una vuelta de tuerca (Royal Opera House), La violación de Lucrecia (Ópera de Baviera) y Muerte en Venecia (English National Opera, La Monnaie y La Scala).

La británica afronta su cuarto título de Britten con la colaboración del escenógrafo canadiense Michael Levine –conocido del público del Real por sus decorados para Diálogo de carmelitas (con Robert Carsen) y Rigoletto (con Monique Wagemakers)–, quien ha creado un espacio escénico de gran simbolismo y enorme complejidad técnica, transformando el tumultuoso barco de Billy Budd en una inmensa cárcel flotante. Completan el equipo artístico la figurinista griega Chloe Obolensky, que debuta en el Real, y el veterano iluminador Jean Kalman, ambos colaboradores habituales de grandes directores teatrales, de Peter Brook a Deborah Warner.

Respetando precisamente los espacios más velados e inescrutables del cuento de Melville que sirve de base a la ópera, tratados con pudor y rigor por Britten y los libretistas de la ópera, Warner concibe la puesta en escena sin juzgar a los personajes y rehuyendo la separación más simplista entre buenos y malos.

La fragata es una terrible metáfora de tantos espacios donde la opresión y tiranía siembran los instintos más viles e irreprimibles, capaces de aflorar en cualquier momento. Este sentimiento de inestabilidad y tensión latente preside la concepción de la escenografía de Levine, una inmensa jaula de cuerdas marinas, donde las escenas se suceden en balanceantes plataformas suspendidas, que sugieren el permanente peligro que se esconde en el seno de este universo claustrofóbico, cuando los vientos revolucionarios de Francia alentaban a los marinos oprimidos al motín.

Elenco masculino

La ópera, con un elenco exclusivamente masculino –cinco tenores, ocho barítonos, un bajo-barítono y tres bajos– está encabezada por el barítono Jacques Imbrailo (Billy Budd), el tenor Toby Spence (Edward Fairfax Vere) y el bajo Brindley Sherratt (John Claggart), a los que secundarán los restantes solistas, mayoritariamente anglosajones: el barítono Thomas Oliemans (Mr. Redburn), el bajo David Soar (Mr. Flint), el bajo Torben Jürgens (Lieutenant Ratcliffe), el tenor Christopher Gillet (Red Whiskers), el barítono Duncan Rock (Donald), el bajo Clive Bayley (Dansker), el tenor Sam Furness (Un novicio), el tenor Francisco Vas (Squeak), el barítono Manel Esteve (Bosun), el barítono Gerardo Bullón (Oficial primero), el barítono Tomeu Bibiloni (Oficial segundo), el barítono Borja Quiza (Amigo del novicio), el tenor Jordi Casanova (Vigía) y el barítono Isaac Galán (Arthur Jones).

Las partes corales serán interpretadas por sesenta voces masculinas del Coro Titular del Teatro Real –con el rigor acreditado por su director, Andrés Máspero–, y por niños de los Pequeños Cantores de la Comunidad de Madrid preparados por su directora, Ana González. La Orquesta Titular del Teatro Real interpretará Billy Budd por primera vez, después de sus aplaudidas lecturas de otras óperas de Britten, en esta ocasión bajo la batuta del director musical del Teatro Real, Ivor Bolton.

Billy Budd es una coproducción del Teatro Real con la Ópera de Nacional de París, la Ópera Nacional de Finlandia y la Ópera de Roma. Las funciones cuentan con el patrocinio de Fundación BBVA.

El punto de partida

“¿Qué es lo que he hecho?”, se interroga el capitán Edward Fairfax Vere, antaño al mando del Indomable. Del cuestionamiento de un hombre ahora anciano nace evocada, en forma de flashback, la historia de Billy Budd, joven marino cuya hermosura despierta una atracción insoportable en Claggart, el maestro de armas que lo alista para luego destruirlo por no poderlo amar.

A bordo de un barco asfixiante, Benjamin Britten se adentra en el tema de la inocencia frente a un mundo hostil en el que se crucifica al ingenuo sin miramientos. Ni siquiera Vere actúa para evitar la tragedia, a pesar de ser plenamente consciente de la injusticia que se vive bajo su mando. Contención y derroche de emociones se entrelazan y se niegan mutuamente en una historia ambigua y con final abierto.

Herman Melville moriría dejando incompleta una de sus obras más introspectivas, pero su talento para teñir acontecimientos aparentemente mundanos de una dimensión perturbadora encontraría un aliado perfecto en la capacidad de Britten para poner música a lo más profundo de la psique humana.

Actividades paralelas

10 de febrero, a las 20.00 h | Fundación Albéniz, Auditorio Sony

Recital de Felicity Palmer

Felicity Palmer, mezzosoprano

Simon Lepper, piano

Programa

Parte I

  • Benjamin Britten / Henry Purcell: Mad Bess
  • Johannes Brahms:  Wie Melodien / Alte Liebe / Von Ewiger
  • Piotr Illich Chaikovski:  Nyet tolko tot kto znal / Ne sprashivay / Noc / Atchevo? 

Parte II

  • Joseph Horovitz: Lady Macbeth: a Scena
  • Benjamin Britten: French Folksongs (Quand j’etais chez mon père, La belle est au jardín d’amour, etc.)
  • Michael Head: Foxgloves
  • Marshall Palmer: Music when soft voices die
  • Alan Murray: I’ll walk beside you
  • Carrie Jacobs-Bond: When you come to the end of a perfect day
  • May Brahe: Two little words

12 de febrero, a las 12.00 h  |  Teatro Real, sala principal

Domingos de Cámara

Solistas de la Orquesta Titular del Teatro Real

Programa

Parte I

  • Johann Sebastian Bach: El arte de la fuga, BWV 1080             
  • Benjamin Britten: Cuarteto fantasía en fa menor, op. 2
  • Johann Sebastian Bach: El arte de la fuga, BWV 1080

Parte II

  • Benjamin Britten: Simple Symphony, op. 4
  • Benjamin Britten: Serenata para tenor, trompa y cuerdas, op. 31

Ensayos de Billy Budd. Fotógrafo: © Javier del Real | Teatro Real.