Judy Chicago forma parte de la primera generación de mujeres que se incorporaron a la práctica y a la teoría del arte junto a lo que en EE.UU. se denomina Segunda Ola del feminismo. En aquel contexto político, social, intelectual y artístico en el que se cuestionaban los saberes heredados porque perpetuaban la dominación masculina, Chicago concibió su carrera en torno a las nociones de déficit y desobediencia.

Será su frontal rechazo a acatar el mandato patriarcal, que somete a las mujeres mediante ideologías que propugnan su natural inferioridad y que preconizan que “la biología es destino”, lo que hará de ella una artista radicalmente innovadora. La desobediencia feminista de esta artista le revelará el déficit de representaciones femeninas de carácter activo en el imaginario colectivo, así como el de narrativas que sitúen en positivo a las mujeres en la historia. Judy Chicago hizo de estos déficits los dos ejes principales sobre los que gira su trabajo.

Iconografía

Judy Chicago

Judy Chicago.

El primero de ellos está dedicado a la creación de una iconografia femenina y feminista que, representando a las mujeres, desvela, denuncia y desafía el falocentrismo que opera como masculino universal en el régimen visual contemporáneo. Este eje comienza con las primeras obras que la artista produjo a principios de los años 60, en las que advierte que la diferencia sexual, entendida como la lógica que fundamenta la discriminación, opresión y explotación de las mujeres, está también inscrita en el régimen visual.

Paulatinamente la artista ira produciendo un imaginario abstracto construido sobre una forma central, a menudo circular, para dar paso a una iconografía que específicamente simbolizará los genitales femeninos. En esos años de feminismo incipiente en el arte, la artista trata de romper el silencio impuesto y de representar la identidad negada, pero también de comenzar una exploración estética sobre qué significa ser mujer desde la experiencia personal, la perspectiva histórica y la reflexión filosófica.

Historia

El segundo eje, que interactúa con el primero, gira en torno a la historia. El interés de Chicago por la historia se remonta a sus años de estudiante, en los que descubre perpleja que en su formación académica no se le ofrecen referentes femeninos. Inicia entonces un proceso de búsqueda en la historia del pensamiento feminista que le proporcione una genealogía de mujeres, en el arte y en todos los ámbitos de actividad, que, en especial a partir de 1970, informa de una manera directa su trabajo. Aquel año puso en marcha el primero de sus proyectos educativos de arte, que tiene como base fundamental la toma de conciencia feminista.

A principios de los 70 también impulsa una serie de proyectos artísticos colaborativos que marcaron hitos en el arte feminista y que desembocaron en una serie de obras en las que destaca la incorporación de técnicas, como la pintura de porcelana, la costura o el bordado, que se asocian a un universo femenino, y que responden a su preocupación por la producción de una historia visual de las mujeres.

En su búsqueda de referentes femeninos, Chicago no sólo constató la existencia de mujeres insignes en todas las épocas, sino que descubrió que sus figuras habían sido sistemáticamente borradas de ellas. De ahí que buena parte de su creación artística rinda homenaje, y en algún caso incluso en forma de monumento, a las figuras y logros de las mujeres que una historia androcéntrica ha negado o minimizado.

Derechos humanos

En una nueva aproximación a la historia, las piezas más recientes de esta exposición se adentran en textos religiosos y en la cultura popular como si de archivos históricos de conocimiento se tratara, y evidencian, de forma especial, la riqueza y la complejidad de la mirada feminista de Judy Chicago.

La mirada feminista es el único “método” de observación de las sociedades humanas que no olvida que la diferencia sexual se produce en conjunción con la de raza/etnia, clase y edad. Una mirada que Chicago propone al comienzo del siglo XXI para profundizar en la redefinición y aplicación de la agenda contemporánea de los derechos humanos.

Recordando una vez más la máxima del feminismo “lo personal es político”, el título de la exposición ¿Por qué no Judy Chicago? pretende transcender la dimensión particular para abordar la cuestión del (no) reconocimiento de las artistas mujeres y, en concreto, el de las artistas feministas. En su dimensión particular el título también evoca otra pregunta: ¿Por qué una de las legendarias pioneras del arte feminista y una de las artistas vivas más populares de los EE.UU. sigue sin ser reconocida por las instituciones de arte hegemónicas?