Láminas y atlas escolares, tickets y facturas, viejos sobres, títulos bursátiles… Alechinsky hace uso de un amplio elenco de «superficies encontradas» sobre las que plasmar sus dibujos, en blanco y negro o en colores brillantes. Fascinado por la pureza incontaminada del Art Brut, que Dubuffet ensalzó, Alechinsky trata de escapar de cánones y normas expresivas que se le hacen demasiado pesadas, jugando y explorando en busca de un arte libre del peso de la tradición.

Este lado lúdico de su obra surge desde el primer trazo, como el mismo artista explica, «esa sorpresa se refleja en mi pincel y mi pincel soy yo. Mis obras tienen ese lado dinámico, ese lado arriesgado que salta a la vista y que dan como resultado un trabajo profundamente poético, gestual y energético. Hacer de la pintura y, por extensión, de la vida, una aventura».

Con casi 90 años, Alechinsky apuesta por simplificar el proceso creativo, «creo que estamos saturados de tecnología. Tenemos que volver al arte con un lápiz y un papel, con un pincel y colores, para ver qué queda en nuestra cabeza. Observando qué ocurre desde el primer trazo, cómo nos llama y qué nos dice para lograr llegar a ese lenguaje mudo que es el dibujo y la pintura».

Inspiración

Pierre Alechinsky, cuya relación con España y el mundo hispánico ha sido larga y fructífera (amigo de Antonio Saura, Eduardo Arroyo, Alberto Gironella, Julio Cortázar y Octavio Paz), fue, junto a Asger Jorn y Karl Appel, entre otros, uno de los miembros destacados del Grupo Cobra, movimiento emanado del surrealismo que nace en 1948 en París. A lo largo de su carrera, Alechinsky, pintor y grabador, vuelca en su obra su inclinación por la experimentación y la búsqueda de nuevas posibilidades en el lenguaje plástico.

Tras la disolución de Cobra en 1951, el autor de Central Park (1965) se traslada a París. Es a partir de entonces cuando su trabajo comienza a verse imbuido por la corriente surrealista, descubre la caligrafía japonesa y, sobre todo, cincela una de las características más decisivas de toda su trayectoria, al crear una zona de conversación continua y contradictoria en los bordes de sus cuadros, donde incluye, a modo de viñetas, narraciones paralelas y notas marginales.

En 1954 conoció al pintor chino Wallace Ting que tuvo una enorme importancia en su vida y en su obra, ya que como el artista asegura, la inspiración «viene de fuera, todo viene del exterior, lo que nos inspira son vivencias, son encuentros y fue una suerte cruzarme con Wallance Ting. Espero servir de inspiración para otros jóvenes artistas, pero sobre todo para que encuentren su propia forma de expresar, su propia forma de lenguaje con un lápiz y un papel».

Medalla de Oro CBA

En la presentación de la exposición retrospectiva Sobre papel, Pierre Alechinsky recibió la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes, máximo galardón que otorga esta institución, de manos de su presidente, Juan Miguel Hernández León. El artista agradeció brevemente el galardón destacando la figura del pintor como un ser solitario, «es una persona que guarda silencio porque está recluido entre cuatro paredes. Es difícil guardar silencio, pero yo la verdad es que me he acostumbrado».