Las obras de Bernardí Roig (Palma, 1965), obsesivas e inquietantes, se pueden entender como dispositivos de soledad en los que está presente la urgencia de «hablar desde la imposibilidad del habla», tratando de encontrar figuras e imágenes para un tiempo desquiciado.

Otras manchas en el silencio, 2011. © Bernardí Roig.

Otras manchas en el silencio, 2011. ©Bernardí Roig.

Sus obras audiovisuales –o films, según los define el propio artista– son la superficie sobre la que se solidifican en movimiento las líneas fundamentales de su proceso creativo, que parte siempre del dibujo. Dibujos vividos y expandidos, en este caso, reflejo de una pulsión que habla de la pintura como derrota y de la necesidad de interpretar la representación de la caducidad del cuerpo en escenas reales. Es síntesis de un universo afacetado, de un barroquismo de metáforas cultas, que a través de una cierta narrativa, revela sus obsesiones y la obstinación por combatir la incomunicación del ser humano frente a un destino condenado a la extinción.

La experiencia de intervenir en lugares recuperados para usos culturales no es nueva para Bernardí Roig, como lo avalan sus proyectos en las catedrales de Burgos y Canterbury, en la Phillips Collection en D.C., Ca Pesaro y Palazzo Fortuny en Venezia, el Museo nacional de escultura de Valladolid, la Lonja de Palma, el Hotel de Inmigrantes de Buenos Aires o, más recientemente, el Zentrum Internationale für Lichtkunst de Unna, en Dortmund.

Primera Directísima a la cabaña Wittgenstein (Skjolden, Noruega), 2017. © Bernardí Roig.

Primera Directísima a la cabaña Wittgenstein (Skjolden, Noruega), 2017. ©Bernardí Roig.

En esta ocasión, para superar el desafío que supone exponer en Tabacalera, el artista ha grabado el film Joie de Vivre en la antigua fábrica de tabacos. Esta gran instalación multicanal, mostrada en la entrada de la exposición, es un homenaje al primer colectivo sindical femenino, las cigarreras; rebelde, apasionado, contestatario e independiente, que cohesionó la precariedad de la condición de mujer trabajadora para fortalecerla.

La muestra cuenta con 26 films, dos esculturas y una maqueta. Organizada por la Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes y coproducida con Es Baluard Museu d’Art Modern i Contemporani de Palma, donde se presentó la primavera pasada, permanecerá abierta al público en La Principal de Tabacalera hasta el 31 de marzo de 2019.

Todos los icebergs son negros. Films 2000-2018

Por Nekane Aramburu, comisaria y directora de Es Baluard

El vals de L.J.J.W., 2018. ©Bernardí Roig.

El vals de L.J.J.W., 2018. ©Bernardí Roig.

Bernardí Roig es un artista intenso que alterna la producción artística desde parámetros habituales en el arte contemporáneo que incluyen la antigua división entre escritura, pintura, escultura, instalaciones y obra audiovisual. Así, su trayectoria se caracteriza por configurar un sistema de creación personal cargado de códigos propios muy reconocibles. El ejercicio de imágenes y gestos a partir de los que construye su discurso se enraíza en la vanitas barroca, la mitología, la tradición visual vinculada a la religión judeo-cristiana y los códigos de la literatura y el cine contemporáneos.

[…]

Con este proyecto expositivo basado en sus films, proponemos una revisión de la obra del autor a través de una lectura de su trabajo centrada en su fuerza performativa y en el intento de decodificación de su cosmogonía.

Si bien Roig se ha definido siempre como pintor (incidiendo en esta idea sobre todo a partir de 1994 con la pieza bisagra La muerte del pintor (1994), su trabajo con el vídeo, primero de una manera casi lúdica, después introduciéndolo de forma alterna en sus instalaciones, va alcanzando poco a poco un mayor protagonismo. No le interesa tanto el videoarte sino la fuerza fílmica y la integración de sus discursos conceptuales en ella. Sus piezas en movimiento, fundamentalmente tras el comienzo de los 2000, no dejan nunca de ser claramente dibujos vividos y expandidos, reflejo de una pulsión que habla de la pintura como derrota, y de la necesidad de interpretar la representación de la caducidad del cuerpo en escenas reales.

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La configuración de la presentación de la mayoría de sus vídeos en el espacio expositivo procura a través de la museografía la orquestación de un hipertexto visual como una única y gran historia, un sistema de transformación de las narraciones que juntas otorgan un nuevo sentido a las obras, exposiciones y publicaciones de Bernardí Roig.