Berlanga es uno de los mitos del cine español y atesora varias de sus obras maestras, como ¡Bienvenido, Mr. Marshall! (1952), Plácido (1961) o El verdugo (1963). Considerado como uno de los grandes creadores cinematográficos de nuestro tiempo, la obra de Berlanga recoge, con ejemplar independencia, un análisis crítico y sonriente de la sociedad española.

El director, decidido desde muy niño a ser cineasta, confesaba, sin embargo, un permanente anhelo por pasar desapercibido: «Pensaba que llegaría a inventar una fórmula química para conseguirlo. Lo veía como un acto de heroicidad: desvanecerse, perder todas las señas de identidad, el más mínimo protagonismo cotidiano, para que nadie pudiera dirigirse hacia uno, y en cambio, poder penetrar en todas partes, gozar del espectáculo permanente».

Larga trayectoria

Nacido en Valencia el 12 de julio de 1921, tras realizar sus primeros estudios con los jesuitas, Berlanga inicia la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad de Valencia, aunque nunca llegaría a finalizarla. Después de dedicarse a la pintura y crear un cine club en su ciudad natal, ingresa en 1947 en el Instituto de Investigaciones Cinematográficas, nombre que entonces recibía lo que hoy es Escuela Oficial de Cinematografía. En este período realizó algunas películas de ensayo, entre las que se puede citar El circo, e hizo también algunos documentales. Escribió además diversos guiones, recibiendo en 1950 el primer premio en el Concurso del Sindicato Nacional del Espectáculo por su guión Familia provisional, escrito en colaboración con José Luis Colina.

Conjuntamente con Juan Antonio Bardem, dirige en 1951 su primera película de largometraje, Esa pareja feliz. Al año siguiente, y ya solo, realiza Bienvenido Mr. Marshall, uno de los clásicos del cine español de los cincuenta, premiada en el Festival Internacional de Cannes.

El trabajo de García Berlanga, reconocido ya en el ámbito internacional, continúa con una sucesión de éxitos. Realiza en 1954 Novio a la vista y en 1956 Calabuch, que logra el premio de la OCIC en el Festival de Cine de Venecia. De 1956 es también Los jueves milagro y de 1961 Plácido, que consiguió varias distinciones internacionales, entre ellas la nominación para el Óscar de Hollywood.

Dirige en 1963 uno de los episodios de la película franco-italo-española Las Cuatro verdades y El verdugo, otro clásico de su cinematografía, realizado sobre un guión suyo y de Rafael Azcona, y que representa a España en el Festival de Venecia, obteniendo el premio de la Crítica en dicho Festival, y más tarde el Gran Premio del Humor Negro, concedido por la crítica parisina.

En 1967 dirige en Buenos Aires La boutique, y al año siguiente Vivan los novios, que obtiene un gran éxito. De 1972 es Tamaño natural, un estudio de la soledad humana en el que el protagonista habita con una muñeca hinchable con la que dialoga continuamente. Debido a la censura, no sería estrenada en España hasta seis años después.

Con La escopeta nacional denuncia en 1978 la corrupción del poder público, y con Patrimonio nacional representa a España como película aspirante al Óscar de Hollywood.

Luis García Berlanga ha sido presidente de la Filmoteca Nacional y está en posesión de importantes premios y distinciones, entre los que se cuenta el Premio Nacional de Cinematografía en 1980 y la Medalla de Oro de Bellas Artes, que le fue otorgada en el año 1982.

En 1985 realiza La vaquilla, película en clave de humor ambientada en la España de la Guerra civil, y que logra una buena aceptación de público y crítica.

En mayo de 1987 rueda Moros y cristianos, film que presentó en la inauguración de la Semana Internacional de Cine de Valladolid el 19 de octubre de ese mismo año. En febrero de 1988 su película Plácido recibe calurosos aplausos por parte del público de París, en el transcurso del Festival de Cine Español.

En 1989 Luis García Berlanga ingresa en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando con un discurso titulado «El cine, sueño inexplicable» y es nombrado doctor «honoris causa» por la Universidad Complutense de Madrid.

Recientemente, y en un gesto de generosidad, Berlanga aceptó ser el protagonista del spot de la campaña «Pastillas contra el dolor ajeno» de Médicos Sin Fronteras. El director accedió a que le grabaran en su propia casa y a compartir escenas con su asistente y su nieto. En un ambiente íntimo y cotidiano, Berlanga narra el primer momento del día, en el que, debido a su edad y achaques, debe tomarse diversos medicamentos. Y conmueve al explicar que, de todas las pastillas que debe ingerir diariamente, sus preferidas son las que le tratan contra el dolor ajeno, las que toma «para ayudar a los que no tienen pastillas para curarse», refiriéndose a los enfermos olvidados.