Antes de que Picasso se convirtiera en Picasso, la policía lo tenía bajo constante escrutinio. En medio de las tensiones políticas de la primavera de 1901, los servicios de seguridad le señalaron como anarquista. Esta se convertiría en la primera de las muchas entradas que llegarían a formar su extenso expediente policial. Cohen-Solal lo ha estudiado a fondo, junto a otros muchos archivos y variada correspondencia familiar, exhumando cientos de documentos, encontrando fondos nunca analizados y descifrando la escritura de mil testigos para arrojar luz sobre esta apasionante historia.

La portada del libro fue diseñada por Philippe Apeloig a partir de la ficha policial abierta a Picasso en 1901 tal y como fue encontrada por la autora.
La portada del libro fue diseñada por Philippe Apeloig a partir de la ficha policial abierta a Picasso en 1901 tal y como fue encontrada por la autora.

En un país en el que la policía y la conservadora Academia de Bellas Artes representaban dos pilares de la oligarquía de la época, Picasso se enfrentó a un triple estigma: el de extranjero, ideólogo radical y artista de vanguardia.

Aunque no tardó en convertirse en el líder de la vanguardia cubista ni en lograr grandes ingresos por sus obras a medida que su reputación crecía en todo el mundo, el arte de Picasso quedó excluido en gran medida de las colecciones públicas francesas durante casi cuatro décadas. Al artista único que concibió el Guernica en 1937 incluso se le negó la ciudadanía francesa tres años después y antes de la ocupación nazi. Nunca más la reclamaría.

En esta narración, Picasso emerge como un artista adelantado a su tiempo que ignoró las costumbres francesas en favor de las formas cosmopolitas contemporáneas. Un artista que eligió el sur antes que al norte, las provincias a la capital y los artesanos a los académicos, al tiempo que alcanzaba una enorme fama mundial.

Un extranjero llamado Picasso recibió el prestigioso Premio Femina de Ensayo 2021. Su autora es profesora distinguida del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Bocconi de Milán y se doctoró en la Universidad de la Sorbona, donde desarrolló un gran interés por la historia y la sociología. Como escritora obtuvo en 1985 un gran reconocimiento internacional con Sartre: 1905-1980. De 1989 a 1993 fue consejera cultural de la Embajada de Francia en Estados Unidos, una experiencia que la impulsó a explorar el tema del arte y la inmigración a través de conferencias, artículos y exposiciones. También ha publicado, entre otros títulos, El galerista: Leo Castelli y su círculo y Mark Rothko: Buscando la luz de la Capilla.

Como comisaria ha trabajado en Magiciens de la terre: Retour sur une exposition légendaire (Museo Nacional de Arte Moderno, Centre Pompidou, París, 2014, con Jean-Hubert Martin) y Picasso, l’étranger (Museo Nacional de la Historia de la Inmigración y Museo Nacional Picasso de París, 2021-2022), origen del libro que ahora presenta.

Nacida en Argelia, Cohen-Solal vive a caballo entre París y Milán.


Un extranjero llamado Picasso. Annie Cohen-Solal. Traductor: Emili Manzano | Adrià Pujol. Ediciones Paidós. 640 páginas. 32 euros | 11,99 euros

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Encuentro con un fichado

Annie Cohen-Solal ha rescatado jugosas citas textuales como estas, plenas de xenofobia y desconfianza, de los expedientes abiertos a Picasso como extranjero en la Prefectura de Policía de París:

– «Aunque tenía treinta años en 1914, no prestó ningún servicio a nuestro país durante la guerra […]. Si bien logró una situación en Francia como ‘pintor llamado moderno’, que le permitía ganar millones (ubicados, al parecer, en el extranjero) y convertirse en propietario de un castillo situado cerca de Gisors, conservó sus ideas extremistas y evolucionó hacia el comunismo».

– «Este extranjero no amerita nada para obtener la naturalización; por otra parte, y según lo anterior, debe ser considerado altamente sospechoso desde el punto de vista nacional».

– «El pasado 7 de mayo fue objeto de un informe donde se decía que recientemente, encontrándose en el café del número 172 del Boulevard Saint Germain, un oficial polaco de paisano lo había reprendido cuando criticaba abiertamente nuestro país y hacía apología de los sóviets».

– «Es conocido de nuestros servicios por haber sido señalado como anarquista en 1905, cuando vivía en el 130 ter del Boulevard de Clichy, en casa de uno de sus compatriotas, también anarquista y vigilado por la Prefectura de Policía».