En Todo bajo el sol desaparece el factor sorpresa pero en su lugar hay un planteamiento narrativo más complejo y reflexivo. Mantiene de nuevo el foco en la familia pero ampliando el objetivo a describir y denunciar una realidad: por un lado, lamentar la situación en que quedaron los que tuvieron que abandonar su lugar en el mundo (rural) por culpa del boom del ladrillo y, por otro, relatar el modo en que eso empezó a germinar hace medio siglo cuando el turismo de masas se convirtió en el principal motor del desarrollismo económico español.

No renuncia Penyas, como en su primera obra, a la emotividad de los personajes (son entrañables las visitas de la abuela a la playa) pero pone en primer plano el mensaje que desea transmitir: que la economía no tiene escrúpulos. Resulta identificable su estilo, su dibujo tan singular, pero incorpora nuevos recursos (collage, extractos de películas, documentales, concursos de la tele) y además opta por una explosión de colores, acorde con los soleados veranos levantinos, para hablar de la oscuridad con que procede la especulación urbanística.

La historia se localiza en la costa mediterránea sin ambientarlo en un sitio en concreto. El hilo conductor es la crónica vital de una familia sin nada especial, con sus sueños más rotos que cumplidos, a lo largo de cinco décadas. Lo local y lo particular para contar algo que ha pasado a tantos en tantos sitios. El origen de esta historia parte de la experiencia de la autora, que ha sido testigo infantil de cómo muchos de aquellos que tenían una huerta y luchaban por mantenerla salían derrotados. No hay pueblo costero libre de convertirse en una ciudad masificada de vacaciones ni tampoco -y eso está también en el libro- casco antiguo o barrio popular capaz de esquivar el proceso de gentrificación que expulsa de sus zonas de siempre a los ciudadanos con menos poder adquisitivo.

El trabajo de documentación no apabulla y al mismo tiempo ofrece una historia de España desparramada en multitud de detalles, en buena medida también a través de la publicidad, los souvenirs y las frases escritas en balcones y fachadas. Penyas se vale de una misma vista panorámica para contarnos a través de los carteles la mutación de un país desde los sesenta hasta la actualidad, desde los anuncios que celebraban los ’25 años de Paz’ en 1964 hasta los dirigidos a los hipsters o los de casas de apuestas on line. El cómic está sembrado de objetos domésticos que dicen mucho de quienes conviven con ellos y del país que los produce. Componen, como se indica en un folleto de una exposición artística, “un paisaje colectivo de arqueología social”. El que ha rescatado la autora para contarnos un historia bien triste.


Todo bajo el sol

Ana Penyas

Editorial Salamandra Graphic

160 páginas

22 euros