Porque lo cierto es que lo suyo no fue nunca ni informar ni opinar, sino compartir lo que le llamaba la atención poniendo el foco en el detalle (y si era absurdo o chocante, mejor) y haciéndolo desde una voz reconocible desde la primera línea con un dominio maestro de la paradoja. Y decía que me acordé de esos versos iniciales de la canción por aquello de elegir tres puertas rotundas por las que entrar y empezar a degustar ese fraseo inconfundible, siempre tan ligero como ingenioso y en tantas ocasiones tan lúcido como provocador del autor de La casa de Lúculo.

Cuando habla del Dinero habla de Estados Unidos, porque es allí donde el “dinero se ha convertido en la medida de todos los valores”. Así que será desde Nueva York desde donde comente “que el dinero no es la felicidad, me parece evidente, aunque sin duda alguna, es una de sus medidas más aproximadas”. Y también nos dirá a cuenta de ese binomio dinero-felicidad que “claro que, en términos absolutos, la felicidad no existe, y nadie, por tanto, puede ser feliz en el mundo. El dinero, en cambio, sí existe, y la humanidad se divide así en dos clases de infelices: los menesterosos, que quieren ser acaudalados, y los acaudalados, que de ninguna manera quieren ser nunca menesterosos”. ¿La solución? Pues la tiene, que para eso es Camba: “un turno pacífico para su disfrute. Así se evitarían las revoluciones, los grandes negocios y otra porción de cosas más o menos molestas”.

No hay entrada para la Salud, pero sí para su reverso, para su carencia: la Enfermedad, que viene a ser para Camba la única aventura de riesgo posible a partir de cierta edad, una de esas circunstancias que llenan el vacío creciente de nuestra existencia en el ocaso: “De joven puede uno echarse a correr el mundo en pos de una bella desconocida, alistarse como voluntario en la Aviación de un país beligerante u organizar una expedición científica al desierto de Gobi en busca de huevos de dinosaurio, pero en la vejez no nos son permitidas semejantes emociones, y fuerza nos será conformarnos con las mucho más sedentarias que nos proporcionen nuestro hígado, nuestro riñón o nuestra aorta”.

¿Y del Amor? Nada, aunque tenga entrada. Fue Camba profundamente pudoroso pese a escribir siempre en primera persona. De su vida sentimental apenas sabemos. Seguramente pensó que si se ponía a divagar mucho sobre el tema de las relaciones podría decir algo de lo que luego se arrepentiría. En Julio Camba. Una lección de periodismo Francisco Fuster, que tanto ha estudiado su obra, rastrea sus bandazos políticos (su anarquismo inicial, su ‘cabreo’ personal con la República cuando no le cae una embajada como a otros colegas de generación, sus muchos años en el monárquico ABC) o detalla su periplo por las grandes metrópolis del mundo, pero no arroja luz sobre su vida íntima. Fuster es además el responsable de la edición, publicada este año en la colección Letras Hispánicas de Cátedra, de la antología Mis mejores páginas, selección que hizo Camba en 1956.

Tres cosas hay en la vida según la canción. Doscientos setenta cosas hay en este diccionario, con estupendo prólogo de Andrés Amorós. Cosas muchas de ellas gastronómicas a las que Camba supo sacar punta con su humorismo único. Tantos años después el mundo de Camba ya no es el nuestro, pero su mirada literaria sigue siendo tan disfrutable como entonces.

El mundo según Camba. Diccionario literario y sentimental

Julio Camba

Edición de Javier Jiménez

Editorial Fórcola

364 páginas

26,50 euros

 

 

 

 

 

Mis páginas mejores

Julio Camba

Edición de Francisco Fuster

Editorial Cátedra

424 páginas

16,62 euros