El teatro de Itálica se localiza al este de la ciudad, extramuros, y apoya su graderío en la ladera oriental del Cerro de San Antonio, elevación sobre la que se disponían los edificios de este extremo de la urbe. Su construcción se inicia en tiempos de César o de Augusto, a principios de nuestra era, y se prolonga hasta más de una centuria después. En el teatro de Itálica se suceden las mejoras y reformas, llegando incluso a erigirse, en tiempos de Adriano (117-138), una capilla para el culto de Isis -”Iseum”- en el pórtico septentrional. El edificio está en uso hasta el siglo IV d.C. y a partir de entonces se inicia un proceso paulatino de abandono.

Destruido durante las invasiones bárbaras, el Teatro durante la Edad Media se utilizó como cementerio y posteriormente para fines ganaderos e industriales. A partir del siglo XVII , con el traslado de la villa de Santiponce a las colinas donde se hallaba la vieja Itálica, el Teatro queda oculto bajo el caserío, hasta que se saca a luz en fechas muy recientes. Francisco Collantes de Terán y Delorme, en 1.937, documenta la existencia de restos del Teatro bajo una serie de edificaciones. En 1.970 se procede a una primera excavación, pero no es sino hasta 1.979 cuando se inicia un trabajo de recuperación sistemática.