La gran perla, que fue hallada en el siglo XVI, está montada en un collar moderno con otras perlas, rubíes y diamantes. La Peregrina perteneció a la Corona española durante ocho generaciones antes de pasar por Francia, Irlanda y EE.UU. Esta perla, que es única por su tamaño, su forma, su nacarado, su brillo y su color fue descubierta en aguas de Panamá en la década de 1560.

Dos horas después del inicio de la puja, y con apenas la mitad de los ochenta lotes vendidos, la subasta superaba ya una recaudación de 56 millones de dólares (más de 42 millones de euros), muy por encima de los 30 millones de dólares en los que Christie’s había valorado inicialmente el conjunto de la colección de joyas.

Mucho más que trofeos

«Nunca, jamás vi a mis joyas como trofeos», escribió la actriz en su libro de memorias My love affair with jewerly, publicado en 2002. «Estoy aquí para cuidarlas y amarlas. Cuando muera y salgan a subasta, espero que quien sea que las compre les pueda dar un bonito y buen hogar».

Antes de la subasta, la colección de joyas y objetos personales de la actriz, fallecida el pasado 23 de marzo, se exhibió en Nueva York, Moscú, Londres, Los Ángeles, Dubái, Ginebra, París, Hong Kong o Madrid, y parte de la recaudación de esta muestra se destinó a The Elizabeth Taylor AIDS Foundation, fundada por Taylor en 1991.