Contexto de realización de la obra

Las dos pinturas del joven Dalí comparten el mismo soporte: un cartón pintado por ambos lados. En uno, una escena lúdica de gran lirismo. En el otro, un retrato de Anna Maria, la hermana del pintor.

La primera obra realizada, desde el punto de vista cronológico, es Ninfas y señoritas en la fuente de un jardín. Este temple se inscribe dentro de la temática festiva de otras obras creadas hacia el año 1921. Esta obra nos transporta a un entorno de ecos idílicos donde las ninfas toman un baño en una gran fuente, franqueada por dos hileras de árboles.

El pintor capta un momento del baño ritual. En este temple, Dalí plasma su búsqueda por un simbolismo decadente. Las figuras femeninas que aparecen evocan una Arcadia clásica, y desprenden sensualidad, refinamiento y exquisitez en las formas, combinada con una riqueza cromática evocadora y muy delicada.

En esta mirada del pintor no se puede olvidar la obra de Ismael Smith, Marià Andreu o Néstor Martín-Fernández de la Torre, todos ellos artistas contemporáneos y amigos suyos, con quien tuvo relación, especialmente con este último, también amigo de Federico García Lorca.

Anna Maria como tema central

No se conocen las razones que impulsaron a Dalí a aprovechar la otra cara del cartón, pero no es la primera vez que lo hace. Tampoco es la primera vez que Anna Maria le sirve de tema central. Los primeros retratos de su hermana están fechados en 1923 (Catálogo Razonado núm. 121 y 129).

Este retrato, Figura de espaldas, se puede fechar en 1925 e inscribirlo estéticamente en la corriente italianizante de “retorno al orden”. Seguramente el artista lo pintó durante los períodos vacacionales en que Anna Maria solía posar para él. La obra presenta bastantes semejanzas con Muchacha sentada conocida como Muchacha de espaldas, pintada el mismo año y que pertenece a la colección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) de Madrid.

Preludio de otra obra

Anna Maria aparece en estas dos obras vestida con la misma ropa, el cabello recogido de forma idéntica y sentada, aunque de espaldas al observador. En la pieza del MNCARS, la joven está sentada en un sillón. La composición de la obra integra a la perfección la estructura arquitectónica y el paisaje, parecido al de otras obras de ambiente propio de Cadaqués, donde retrata a su hermana (Catálogo Razonado núm. 149).

En la obra que ahora se presenta, sin embargo, Anna Maria se erige como imagen central y única. Está sentada en un taburete, envuelto por un trapo blanco. Su vestido, aún siendo el mismo que en la obra antes mencionada, posee en esta ocasión un tono distinto. El pintor centra su atención a las formas espirales perfectamente estructuradas de sus tirabuzones.

El fondo oscuro resalta la silueta de la joven y acentúa los pliegues del drapeado. Se puede considerar este retrato como un preludio para el óleo del MNCARS, ya que existen multitud de elementos que así lo justifican: la pose de la modelo, la caída del vestido, la cola rizada y recogida, y la intimidad del ambiente cotidiano de la casa de Cadaqués.