Valor incalculable

Pero un número cada vez más creciente de los estudiosos más importantes de Leonardo parecen estar de acuerdo en asegurar que la figura no solo pertenece al Renacimiento, sino que podría tener la huella digital del maestro en el propio cuadro, según los resultados de un análisis realizado con carbono14 y técnicas de infrarrojos, lo que a su entender avalaría la teoría. Si los expertos tienen razón, esta sería la primera gran obra de Leonardo identificada en los últimos 100 años y el valor de la pintura podría ascender a varios millones de euros.

Martin Kemp, profesor emérito de Historia del Arte en la Universidad de Oxford, está tan convencido de que el retrato es de Leonardo que incluso ha escrito un libro de 200 páginas –todavía no publicado– sobre este descubrimiento. En él, Kemp reconoce que al tener noticias del hecho, su primer pensamiento fue que “era demasiado bueno para ser verdad”. Pero admite también que después de 40 años estudiando a Leonardo y de creer haberlo visto todo en este campo, “todas las piezas encajaron en su sitio, como un mueble bien hecho en el que cada cajón entra por su ranura”.

Huella y análisis multi-espectral

La huella digital, que correspondería al dedo índice o medio, fue encontrada por Peter Paul Biro -un experto en arte forense residente en Montreal- al examinar con una cámara multi-espectral diversas imágenes de la pintura. El análisis multi-espectral consigue captar la luz de frecuencias que van más allá del espectro de la luz visible y permite la extracción de un tipo de información que el ojo humano no logra captar.

Biro cree que la huella dactilar, que fue encontrada cerca de la esquina superior izquierda de la obra, es muy similar a la ya existente en el San Jerónimo de Leonardo expuesto en el Vaticano. Además, en el dibujo, realizado con tinta y tizas, el peinado y vestimenta de la joven retratada reflejan sin ninguna duda la moda del Milán de finales del siglo XV y el análisis de carbono-14 es absolutamente coherente con esas fechas.

Martin Kemp cree que siguiendo un sistema de eliminación, la figura casi adolescente de la pintura  podría ser la de Bianca Sforza, hija de Ludovico Sforza -duque de Milán entre los años de 1452 a 1508 – y de su esposa Bernardina de Corradis.