Si hasta ese momento el punk se había movido sobre todo en el subsuelo, siendo un movimiento todavía claramente minoritario, a partir del 77 se celebra por todo lo alto su puesta de largo, con la edición (en compañías multinacionales) de algunos de los mejores y más significativos discos del género. Además, los esquemas relativamente rígidos del punk comienzan a abrirse para dar paso a la nueva ola, iniciándose entonces el periodo de mayor esplendor creativo en la música pop desde mediados de los años sesenta.

Esta veintena de discos (y algunos otros que podrían añadirse igualmente) conforman un fascinante mosaico que da una clara idea de la exuberancia, fecundidad y variedad de la escena musical de la época.

The Clash. The Clash

Lejos aún de la excelencia de su obra maestra London Calling (editada solamente dos años más tarde), el debut de los Clash permanece como uno de los discos más gloriosos y significativos del punk británico (“el álbum de punk definitivo”, lo calificó en su momento la revista Rolling Stone). El disco ofrece la característica combinación de ira juvenil y energía propia del momento, y lo hace con un sonido crudo, seco y afilado. Desafiante, segura de sí misma, arrogante y tremendamente sólida, la banda liderada por el impecable dúo compositor formado por Joe Strummer y Mick Jones golpea de manera convincente con un cancionero en el que se encuentran ya muchos de sus grandes clásicos: Clash City RockersWhite RiotLondon´s BruningCareer Opportunities… a las que se añaden dos oportunísimas y vigorosas versiones: I Fowght The Law (de Bobby Fuller) y Police and Thieves, un reggae clásico de Junior Marvin que abriría una atractiva vía en la música de los Clash.

The Clash. Career Opportunities:

Sex Pistols. Never Mind the Bollocks

Perfectamente planificada por Malcolm McLaren, la irrupción de los Sex Pistols en el mercado discográfico -y en la sociedad británica de mediados de los años setenta- es uno de los fenómenos más singulares, llamativos e influyentes protagonizados por una banda de música popular. Felizmente, la revuelta, hábilmente condimentada con elementos sospechosos -propaganda, provocación, populismo…- tenía como base a una banda enormemente sólida y consistente y su primer y único disco de estudio oficial es una obra poderosa, agresiva, enérgica y enormemente sugestiva, un fantástico disco de rock and roll.

Sex Pistols. Anarchy In The UK:

Television. Marquee Moon

Television, que cuando debutaron discográficamente ya llevaban unos años actuando en directo, sobre todo en la sala que aglutinó la escena alternativa neoyorquina, el CBGB, compartían con aquella nueva generación de músicos buena parte de los presupuestos estéticos y formales del punk, pero eran los más sofisticados y experimentales de todos ellos. La peculiar sensibilidad de su guitarrista y vocalista, Tom Verlaine, la solidez de una banda perfectamente engrasada y los imaginativos y singulares juegos de guitarra del propio Verlaine y del no menos brillante y creativo Richard Lloyd dieron como resultado un disco extraordinario, considerado hoy de forma prácticamente unánime como una auténtica obra maestra y, sin embargo, escasamente aceptado en su momento, cuando solamente en el Reino Unido recibió algo de la atención que merecía.

Television. Prove It:

The Jam. In The City This Is The Modern World

Los dos discos más flojos de los Jam son mejores que el mejor de muchos de los grupos de su misma generación. Paul Weller desarrollaría su formidable talento como compositor sobre todo a partir del excelso All Mod Cons (1978), pero los dos discos que sacaron en 1977 (mayo y noviembre, respectivamente) son dos espléndidas muestras de punk-rock vigoroso, afilado y de alto contenido melódico. Pero ellos no eran punks convencionales. Su conocimiento de la cultura pop y de la música de los años sesenta se refleja tanto en la imagen (pulcros trajes a medida, corbatas estrechas, impecables flequillos) como en las versiones. En In The City se incluían Slow Down del músico de soul y rhythm and blues Larry Williams, y Batman Theme, instrumental que ponía banda sonora a la serie televisiva Batman. Ambas habían sido revisadas por dos de las grandes influencias de los Jam, los Beatles y los Who, respectivamente. En This Is the Modern World, la versión elegida es In The Midnight Hour, un clásico del gran artista de soul Wilson Picket.

The Jam. Life From a Window:

Wire. Pink Flag

Formados en Londres a mediados de los setenta, Wire fue una de las bandas más singulares de la nueva ola británica. Con más de veinte canciones, algunas de poco más de un minuto de duración, su disco de debut es afilado, tenso, urgente, airado, desasosegante, minimalista y definitivamente extraño y personal. No fue un gran éxito, pero sí es citado como una de sus grandes influencias por grupos como REM o Sonic Youth.

Wire. Mannequin:

Ramones. Leave Home y Rocket To Russia.

Con su mayúsculo primer álbum (editado en 1976), los Ramones habían dejado ya bien clara la solidez de su propuesta, la hábil y personal combinación de estilos e influencias que los iba a convertir, a su vez, en una de las bandas más influyentes de su generación. Los dos discos que sacaron en 1977 mantenían las mismas características que adornaban su debut (grandes melodías pop impulsadas por guitarras distorsionadas y veloces) y, sobre todo, contenían un montón de auténticos clásicos ramonianos. Demostraban, pues, que lo suyo no era un accidente y que, por canciones, por sonido y producción, podían hacerlo incluso mejor.

Ramones. Sheena Is A Punk Rocker:

Jonathan Richman and The Modern Lovers. Rock and Roll With The Modern Lovers

Después de un primer álbum, compuesto y grabado casi en forma de homenaje a sus adorados Velvet Underground (y que albergaba clásicos como Roadrunner o Pablo Picasso), Jonathan Richman publicó un disco mucho más jovial, luminoso y amable, características que se mantendrían a lo largo de toda su extensa y fructífera aunque algo irregular carrera.

Jonathan Richmand And The Modern Lovers. Ice Cream Man:

Richard Hell and The Voidoids. Blank Generation

El primer de Richard Hell y los Voidoids es uno de los más contundentes y significativos discos del punk neoyorquino. Hell venía de haber formado, al comienzo de los setenta, The Neon Boys y Television, junto a Tom Verlaine, y de montar igualmente los Heartbreakers, con el guitarrista de los New York Dolls Johnny Thunders. Finalmente, forma su propio grupo y debuta en el 77 con un disco enérgico y vibrante, marcado sobre todo por la afilada y versátil guitarra de Robert Quine.

Richard Hell and The Voidoids. New Pleasures:

Ultravox. Ultravox

No es seguramente su mejor disco, pero el primero de los londinenses Ultravox combina un amplio y sugerente surtido de influencias (del krautrock alemán a Bowie, pasando por Roxy Music y, naturalmente, el punk) plasmadas en una ecléctica colección de canciones guitarreras y enérgicas. Más tarde se dejarían seducir por los sintetizadores y las cajas de ritmos, situándose a la cabeza del tecnopop británico.

Ultravox. Saturday Night In The City Of The Dead:

Motörhead. Motörhead.

Aunque venían del grupo de rock progresivo y hard rock Hawkind y luego se convertirían en una de las más significativas formaciones del heavy metal británico, Lemmy y Motorhead debutaron con un álbum de marcada influencia punk. Un disco veloz, ruidoso, sucio, estridente y enérgico que se colaba en la agitada y variopinta escena musical del momento de una patada en la puerta.

Motörhead. Ace Of Spades:

Johnny Thunders and The Heartbreakers. L.A.M.F.

Miembro original de los seminales New York Dolls (la banda a la que engatusó Malcolm McLaren antes que a los Sex Pistols), Johnny Thunders llevó, hasta su muerte en 1991, una carrera irregular con muchas luces y también muchas sombras. Pero el disco que hizo en 1977 junto a los Heartbreakers es una obra maestra del punk y del rock and roll en general. Arrogante, fiero, crudo y enérgico, el disco está definitivamente marcado también por la peculiar sensibilidad de Thunders, el punk romántico.

Johnny Thunders and The Heartbreakers. Born To Lose:

Ian Dury. New Boots and Pants

Otro personaje peculiar y ciertamente atractivo de la nueva ola británica. Aquejado de una parálisis parcial como resultado de haber sufrido la poliomelitis en sus primeros años de vida, Ian Dury había ejercido de profesor en una escuela de arte antes de formar Kilburn And The High Roads, típica banda de pub que recreaba un sabroso repertorio basado en el rhythm and blues y el soul. En 1977, Dury debutaba con este formidable disco en el que combinaba las mencionadas influencias con la energía y exuberancia propias de la época. En él se incluían clásicos como Wake Up And Make Love To MeSweet Gene Vincent o la archiconocida Sex, Drugs and Rock and Roll.

Ian Dury. Wake Up And Make Love To Me:

The Dead Boys. Young, Loun and Snotty

Se formaron en Cleveland (Ohio) en 1976 y su agresiva puesta en escena los convirtió enseguida en una de las bandas más notorias de la primera hornada del punk americano. Trasladados a Nueva York, se incorporan a la pujante escena alternativa local, aglutinada en torno al club CBGB, y logran un contrato con Sire Records (que ya había fichado a Ramones y Talking Heads, entre otros). Su primer álbum, Young, Loun and Snotty, es un fabuloso ejemplo de punk furioso y enérgico.

The Dead Boys. Sonic Reducer:

Eddie And The Hot Rods. Life On The Line

El primero era un estupendo disco de pub rock ortodoxo, pero, contagiados por la energía del punk, el segundo es una auténtica maravilla que combina rythm and blues, punk, power pop y rock and roll. Destaca especialmente la genialidad absoluta con que comienza, Do Anything You Wanna Do, pero lo cierto es que todo el disco es perfectamente disfrutable.

Eddie And The Hot Rods. Do Anything You Wanna Do:

Elvis Costello. My Aim Is True

En 1977, Patrick McManus era un gris oficinista, casado y con un hijo, que escribía canciones y las tocaba ocasionalmente ante paupérrimas y casi siempre indiferentes audiencias, hasta que su encuentro con Jake Riviera, uno de los socios del fundamental sello independiente Stiff Records, cambió el rumbo de su vida y, en buena medida, el de la música pop británica de aquella época. Producido por Nick Lowe, grabado con un modesto presupuesto y con los americanos Clover como ocasional banda de acompañamiento, el disco de debut de Costello es una de las grandes joyas de la nueva ola británica. Un álbum enormemente sólido, ágil, fresco y robusto, lleno de grandes canciones y ciertamente impulsado por la mala uva y la energía del punk. El álbum que daba el pistoletazo de salida a una carrera singularmente prolongada y brillante.

Elvis Costello. Angels Wanna Wear My Red Shoes:

The Damned. Damned, Damned, Damned

Lejos de la ira y el nihilismo de los Pistols o del compromiso político de los Clash, los Damned defendían la faceta más lúdica del punk. Después de publicar en octubre de 1976 el que fuera considerado como el primer single del punk británico, con la formidable New Rose en la cara A y una ultravitaminada versión del Help de los Beatles en la B, en febrero se publicaba su fantástico debut en formato largo. Directos al grano, los Damned ofrecen una contundente y reconfortante sesión de música urgente, poderosa y enérgica.

The Damned. Neat Neat Neat:

Graham Parker. Stick To Me

Forma parte, junto a Elvis Costello, Joe Jackson y Nick Lowe, entre otros, de ese selecto grupo de solistas que alumbraron con su formidable talento los años de la nueva ola británica, dejando para la posteridad un puñado de discos abrumadoramente buenos. La discografía de Parker, que se prolonga hasta nuestros días, está llena de discos notables, pero los que grabó entre los últimos años setenta y los primeros ochenta son absolutamente imprescindibles.

Después de dos magníficos discos en los que este ex empleado de estación de servicio combina genuino rhythm and blues y soul con pub rock y pop nuevaolero, Parker refinaba su talento como compositor consolidando su fuerte personalidad de la que estaría dotado el resto de su discografía. Una atractiva curiosidad es la inclusión de una fabulosa versión de I´m Gonna Tear Your Playhouse Down (un éxito de 1972 en la voz de la gran vocalista negra Ann Peebles).

Graham Parker and The Rumour. Thunder and Rain:

Dr. Feelgood. Sneakin´ Suspicion y Be Seeing You

Dr. Feelgood fue la banda más significativa del pub rock, movimiento de retorno a las raíces más genuinas del rock and roll surgido en el Reino Unido a comienzos de los años setenta como reacción al dominio del rock progresivo. Derrochando clase y estilo hacían su propia sudorosa y abrasiva versión del rhythm and blues con dos elementos fundamentales: la guitarra del extraordinario Wilko Johnson (también principal compositor del grupo hasta su marcha) y la poderosa voz de Lee Brilleaux, impecablemente modulada gracias a una severa dieta de alcohol y nicotina.

Habiendo arrancado al comienzo de la década de los setenta y lanzado su primer disco en 1975, la banda estaba ya más que rodada en el 77 (magnífica prueba de ello es su disco en directo de 1976, Stupidity) y los dos discos que editaron en aquel año son dos impecables muestras de su buen hacer. Aunque los problemas internos que se produjeron durante la grabación de Sneakin´ Suspicion se saldaron con la marcha de Johnson, su reemplazo por el también brillante John ‘Gypie’ Mayo no incide en el magnífico nivel que se mantiene todavía en Be Seeing You, algo que no se puede decir de sus siguientes tres o cuatro discos.

Dr. Feelgood. Lucky Seven:

The Boys. The Boys

Como algunos otros de sus coetáneos, los Boys se distinguían de la mayoría de los primeros grupos punk por su habilidad para combinar la energía propia de la época con buenas melodías pop. En sus siguientes discos fueron dulcificando su sonido para convertirse en una de las mejores bandas del power-pop de las Islas, pero su primera entrega rebosa acelerada energía guitarrera de la que no escapa la versión del I Call Your Name de los Beatles.

The Boys. I Call Your Name:

Stranglers. Rattus Norvegicus y No More Heroes

Aparecer en la portada con un bigotillo tipo actor de los años setenta, tener un teclista que emula los sonidos de Ray Manzarek (The Doors) y abrir con una canción de cinco minutos no son los ingredientes más ortodoxos para presentar a un grupo punk. Y es que los Stranglers (formados por tipos que se acercaban a la treintena y con una cultura musical ciertamente más amplia que la de la mayoría de sus coetáneos) eran un grupo especial; en eso y en otras muchas cosas. Sin duda estaban en el ojo del huracán del punk y este fue una de sus influencias, pero ellos lo combinaban con psicodelia, rock de garaje y hasta rock gótico. Correctos y disfrutables en dosis moderadas, ninguno de los dos primeros discos de la banda de Surrey es imprescindible, aunque, eso sí, la canción que daba título al segundo se convirtió rápidamente en uno de los grandes clásicos de la época.

The Stranglers. No More Heroes:

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